Un Nuevo Viaje: En Carne y Hueso



Me tenía agarrada del cuello, mientras yo atravesaba un tedioso ataque de pánico incontrolado. Aquellos ojos fieros me miraban con la ira que recordaba, sentía a través de ellos que quería matarme, tenía la necesidad de hacerme pagar el haberme ido de su casa a traición. Cerré los ojos para dejar de mirarle, este era el último momento en el que estaría en la faz de la Tierra, quería simplemente, dejarme llevar... No más preguntas, no más dudas, tan solo, la oscuridad, por fin dejaría de tenerle miedo porque él seguiría entre los vivos.

Dejaba de asirme del cuello, el aire volvía a llenar mis pulmones. No paré de toser durante largo rato, me sentía fuera de mí, algo confusa y mareada por la falta de oxígeno y quizá, por el ataque de pánico que intentaba controlar. Él me observaba desde la puerta con absoluta fijeza, parecía un guarda de seguridad impidiendo que me escapara de aquella celda personalizada que había hecho para mí. Quería que creyera que tenía la situación bajo control, de hecho, estaba tan deseoso de volver a poseerme que no se había molestado en vaciarme los bolsillos.

  - Recoge tus cosas, te llevo a casa - su voz fue tan dura y seca como la recordaba, nunca había dulzura ni un ápice de cariño en sus palabras, dudaba de que lo hubiera sentido alguna vez - ¿Es que no me has oído?

  - Esta es mi casa ahora - respondí ganando un poco de tiempo para encender el móvil que tenía detrás de mi espalda - Siento no poder...

  - ¡¡Cállate y haz lo que te digo!!

Tras ese grito, decidí que era mejor empezar a moverme simulando hacer la maleta para tratar de mantenerlo lo más lejos de mí posible. Dejó que fuera al baño a por mi neceser, así que, pude mandarle un rápido mensaje a mi jefe, ese hombre que me tenía en tan alta estima y que quería evitar a toda costa que sufriera algún daño. Todavía no sabía por qué sentía esa necesidad de protegerme pero intentaba que pareciera normal ante mis ojos.

Él me miraba con curiosidad, había algo que le rechinaba en su cerebro, algo que no podía comprender. Se sentía poderoso de tenerme cautiva, de haber conseguido su objetivo, de poder poseerme cuando quisiera mientras estaba encerrada en su castillo de manipulación y control. Estaba seguro de que algo fallaba, lo podía ver en sus ojos:

  - No estás asustada - afirmó, mientras se acercaba a mí para leerme las facciones, siempre sabía cuándo le mentía o intentaba esconderle algo. Esta vez, notaba su respiración en mi nuca - Normalmente, lloras como una niña.

  - Ya no... - me giré poco a poco para mirarle a los ojos, manteniendo la esperanza de que mi jefe vendría a ayudarme enseguida - Ya no te tengo miedo.

Me dio una bofetada tan fuerte que me tiró en la cama, empecé a llorar mientras notaba cómo ardía mi mejilla tras el golpe. Se puso encima de mí, me arrancó la ropa y empezó a tocarme los pechos aún sabiendo que yo no quería, deseaba hacerme sufrir, ver las lágrimas correr por mis mejillas y que volviera a tenerle miedo, era algo que le excitaba muchísimo.

De repente, se abrió la puerta de par en par tras un fuerte golpe. Entraron tres hombres y el que decía que solo era mi jefe, el que parecía que se pasara el día salvándome de cualquier cosa. Estaba tan asustada, que me desmayé en cuanto me quitaron a mi ex marido de encima a rastras, mientras me gritaba y amenazaba con matarme, al menos, eso es lo que me contaron cuando desperté en el hospital.

  - ¿Se encuentra usted bien? - me preguntó mi jefe preocupado, mientras trataba de incorporarme en la camilla -.

  - Sí, de maravilla - respondí, señalando a mi alrededor con cierto tono sarcástico - ¿Dónde está?
  
  - Tranquila, lo ha detenido la policía. Me he encargado personalmente de ello - me dijo, poniendo su mano sobre la mía, lo cual, me sorprendió, ¿qué estaba pasando aquí? - Su marido tiene un carácter muy...

  - No es mi marido - le dije con dureza - Tan solo fue alguien que me obligó a que fuera su esposa, yo nunca quise de verdad.

Tras aquella vorágine de emociones durante aquel día, me dieron el alta y pude volver a mi habitación de hotel, algo más tranquila pero con ciertos temblores en las manos. Mi jefe me acompañó hasta la puerta, algo que siguió resultándome curioso y, a la vez, misterioso, ¿qué interés tenía en mí? Decidí descubrirlo.

  - ¿Por qué me trata tan bien?

  - Por nada en especial, tan solo quiero que se sienta lo más cómoda posible en su lugar de trabajo tras todo lo acontecido - respondió, sin mirarme a los ojos -.

  - ¿Hace lo mismo con todos los trabajadores de este hotel? - me miró durante unos instantes pero, al parecer, no veía apropiado responder a la pregunta, aún siendo bastante directa -.

  - Que pase una buena noche.

Cerré la puerta y me senté en la cama llena de ropa. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que había sido la segunda vez que traicionaba a mi ex marido, era mi segundo "no" y, seguramente, no estaría satisfecho.




Os dejo AQUÍ (PRIMERA PARTE) - Pinchad cada uno de los links para acceder a ellos.

Os dejo AQUÍ (SEGUNDA PARTE).

Os dejo AQUÍ (TERCERA PARTE).

Os dejo AQUÍ (CUARTA PARTE).

Os dejo AQUÍ (QUINTA PARTE).

Os dejo a AQUÍ (SEXTA PARTE).

Os dejo AQUÍ (SÉPTIMA PARTE).

Comentarios

Entradas populares de este blog

Amistades vacías:

Sin Palabras:

Entre las Sombras: