Señales:



Los estudios han colapsado mi vida hasta límites insospechados, no recuerdo la última vez que tuve un ápice de vida social o un respiro, ni siquiera sentí la separación de mis padres por estar tan centrada en leyes y en un conglomerado de disciplina que me estaba ahogando. Jamás había querido ser abogada, toda mi familia formaba parte de esta rama de profesión y no quería decepcionarles, según decían siempre, lo llevamos en la sangre y no podemos renunciar a ello. Mi pasión es la fotografía, no tengo ni un momento libre, pero espero dedicarme a ello algún día. Cada vez lo veo más lejos, un sueño que quizá, no vaya a cumplirse nunca, mi padre ya ha encontrado un pequeño despacho en el centro donde poder ejercer la abogacía, algo que me repugna por no haberme preguntado antes de hacerlo. Estoy en mi tercer año pero todos están preparados para honrar mi fantástica graduación, nadie me preguntó a qué quería dedicarme, mis padres fueron a la Universidad cuando todavía seguían juntos y me matricularon en Derecho, una decisión errónea pero, decidí callar.

Estaba en el escritorio de mi habitación entre un montón de papeles, el ordenador estaba tan escondido que prácticamente ni se veía. Trataba de entender los ocho temas que se me venían encima dentro de dos días pero, seguía sin captar la idea; tampoco podía concentrarme porque tenía cuatro trabajos pendientes que entregar la semana que viene y no tenía mucho tiempo. También tenía que dedicar algo de mi horario a las reuniones familiares de los fines de semana, mientras pienso en las horas de estudio que me quedan por delante. Estaba exhausta, llevaba unos días que no había forma de concentrarme, de poner toda mi atención en lo que tenía que hacer, hacía unas semanas que había perdido algo de interés, al principio, puse todo mi esfuerzo pero todo cambió al comprender que una persona tan solo vive una vida y que debe ser quién quiera ser y no quién los demás quieren que sea.

En el examen tartamudeaba, no tenía muy claro que me hubiera salido bien, era como si todo lo que había estudiado se hubiera desvanecido, curioso, pero mi interés ya no era el mismo que el de mis padres, estaba claro que ya me había cansado. Mi día fue a peor, me dijeron la nota de todos los exámenes que había hecho y ninguno de ellos había salido bien, me jugaba cada una de las asignaturas que llevaba, ¿qué estaba pasando? Tenía miedo de llegar a casa, mis padres no toleraban un siete, siempre tenía que sacar una nota mucho más alta, no podía imaginar decirles que había sacado un cuatro en cada uno de los exámenes a lo que tanto tiempo había dedicado, algo no estaba funcionando... Esa semana, me tocaba estar con mi padre, así que, iba a tener que aguantar el chaparrón como fuese:

- ¿Como que has suspendido? - era como si sus ojos me perforaran por dentro, sus cejas estaban muy juntas, como si fuera a explotar de un momento a otro y se estuviera aguantando - ¿No has estudiado?

- ¡Claro que he estudiado! Es que... Es que... no sé lo que me pasa, emmm... - empecé a temblar, me habían sometido a tanta presión durante toda la carrera que era muy fácil que perdiera el control de mis impulsos - Hace unas semanas que no me siento motivada, no sé...

- ¡¿Que no lo sabes?! ¡¿Qué va a pensar el resto de la familia, Lily?! - su voz empezaba a elevarse más, estuve a punto de romper a llorar pero no podía mostrar ese símbolo de debilidad a mi padre o me humillaría - Vas a presentarte a todas las recuperaciones y a sacar más de un siete, ¿está claro?

- Clarísimo - respondí, con voz queda y quebrada -.

Me fui a mi cuarto, se suponía que debía estar todo el fin de semana sin salir para recuperar los exámenes que había suspendido. Tras cuatro horas seguidas sin casi respirar, me tiré en la cama tratando de hacerme a la idea de cómo había llegado a ese preciso momento de mi vida, siempre había sacado buenas notas y me había dedicado a cualquier cosa que estuviera haciendo... ¿cómo podía ser que estuviese tan bloqueada? Intenté recordar lo que había estudiado pero, tras pasar cinco minutos, se me había olvidado. La impotencia inundó mis ojos y las lágrimas recorrieron mis mejillas sin parar, estaba tan frustrada que ya no controlaba mis emociones.

Me interrumpió un susurro en mi oído que tan solo yo podía percibir, claro, con una voz suave y comprensible, con absoluta tranquilidad para que pudiera entenderlo. Tras tratar de encontrar el por qué de mi bloqueo, había llegado a mí una respuesta que no esperaba, no sabía de dónde venía pero llegué a pensar que podría llegar de mi interior, ¿era eso posible?

- Este no es tu camino - esas palabras me hicieron abrir los ojos de par en par, mirar a mi alrededor, incluso, comprobé que el ordenador estuviese apagado, ¿quién me estaba hablando? - Haz lo que realmente quieras hacer.

- ¿Quién eres? ¿Desde dónde me estás hablando? - sabía que no obtendría respuesta, pero valía la pena intentarlo - ¿A qué te refieres?

- No tienes por qué seguir los pasos de tu familia, empieza a florecer en el camino al que realmente pertenezcas - sonreí al oír eso, quizá es lo que necesitaba - Has estado caminando por el erróneo, por eso tu bloqueo y los suspensos, esto no es lo que quieres.

- ¿Y qué es lo que quiero? - era una pregunta estúpida lo sé pero, necesitaba obtener más respuestas antes de tomar alguna decisión impulsiva -.

- Lo encontrarás en tu interior, sabes lo que quieres...

No volví a oír esa voz tras aquellas palabras. Al principio, no quería creerla, tampoco darle demasiada importancia pero, conforme iban pasando los días empezaban a tener más y más sentido. Ya no había manera de memorizar nada de lo que trataba de estudiar, los exámenes iban de mal en peor, mi interés y mi motivación se habían desvanecido por completo. Decidí que era el momento de elegir mi propio camino, decidí que era el momento de hacer frente a mis padres y dedicarme a lo que realmente me apasionaba, quería alzar la voz por fin, dejar de temblar y mirar hacia adelante. Me costó un montón de gritos, silencios incómodos, suspiros intensos y un montón de comentarios fuera de lugar, fui a vivir al otro lado del país para estudiar fotografía.

A veces, la vida te dice que te estás equivocando con pequeños detalles. Todos debemos seguir el camino que queramos seguir, no importa quién nos frene, quién trate de arruinar nuestros planes o lo que se interponga, debemos dirigirnos por el camino que nos lleva a lo que queremos ser, en lo que nos queremos convertir. Nadie nos debe decir en qué convertirnos, ni obligarnos a ser alguien que no somos, debemos ser únicos, auténticos y seguir los caminos que realmente nos hacen felices y nos llenen, no hay satisfacción más grande. Así lo hice, dejando atrás un pasado agobiante que no quería que formara parte de mi vida, a pesar de las negativas de mis padres y de que me repudiasen en la familia, había elegido lo que quería en la vida, ellos tan solo debían aceptarlo... 

Comentarios

  1. Aceptación. Buenísima. Si nos dejamos llevar por nuestro interior, la luz en el camino se hace cada vez más intensa y te lleva a dónde realmente quieres llegar.
    Un besito.

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    1. Correcto, por eso quería que lo leyeras, era lo que comentábamos ayer. No debemos dejarnos llevar por lo que los demás quieren que hagamos, nosotros somos los que tenemos que elegirlo.

      Un besito.

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