En Voz Alta:



- Es difícil volver a empezar, salir de una situación tan caótica y estar en calma - le dije a mi compañera de viaje, alguien que escuchaba cada una de mis palabras con mucha atención, más que las personas que me rodeaban - Todavía estoy flotando, como si estuviera en otra parte... 

- Entiendo muy bien lo que dices pero tienes que ser fuerte, eres la única que puede seguir adelante sin mirar atrás. Tienes práctica - ambas sonreímos - Siempre te apoyaré, ya lo sabes.

Aquella melena castaña, los ojos del mismo color y unos labios finos tan interesantes como cautivadores, me había apoyado cuanto más lo había necesitado. Me había instado a ser fuerte, a permanecer impasible ante las humillaciones ajenas y a levantarme después de cada caída, era como la hermana que nunca tuve. Llevábamos varios meses juntas, hablando sin parar, conversando de nuestro día a día, nuestros temores, nuestras pesadillas... ya éramos como uña y carne, algo que ocurrió sin más. 

Había pasado por muchas cosas a lo largo de aquellos meses pero nadie parecía darse cuenta de lo que yo sentía, de la intensidad de mis emociones, de las ganas que tenía de desaparecer o pasar a un plano menos realista, me sentía alejada de todo el mundo, con sensaciones inexplicables. Todos a mi alrededor pretendían que le olvidase, que dejara de pensar en aquel joven de veintisiete años que había compartido lo que duró su vida conmigo, que dejara de recordar sus profundos ojos azules, su preciosa sonrisa y su amor por el arte, algo que me resultaba imposible, demasiados momentos inolvidables...

Mis padres estaban empeñados en que fuera a un psicólogo, que me haría bien, dado que, ellos no podían ocuparse como era debido de mis emociones, aunque diría que prefieren que los problemas los arregle otro que es mucho más cómodo. Le pedí a mi amiga que me acompañara, estar con un desconocido me daba escalofríos y mucho más si tenía que estar acostada en la consulta de un psicólogo que quería sonsacarme todos los buenos y malos recuerdos de mi interior. Si iba a terminar llorando, prefería que hubiera alguien de confianza conmigo...

- ¿Cómo te sientes, Mara? - me preguntó aquella mujer rubia de bote erguida en su silla, intentando prestar atención a una joven rota por dentro a la que creía conocer con tan solo cruzar la puerta por su capacidad de análisis -.

- ¿Y usted qué cree? - contraataqué, no soportaba las preguntas donde la respuesta era más que obvia. Levanté la mirada para ver su rostro impasible, estaba acostumbrada a chocar con jóvenes que creía eran problemáticas -.

- Estarás pensando que soy la típica rubia de bote sin sentimientos que no sé por lo que estás pasando, quizá creas que estoy acostumbrada a toparme con jóvenes como tú y por eso estoy aquí sentada hablando con voz suave y calma - me dejó helada, ¿es que me había leído la mente? - Lamento decirte que estás equivocada, tan solo intento ayudarte.

- Como si no lo hubiéramos oído antes, ¿verdad? - soltó mi amiga con una media sonrisa, lo cual, me hizo reír -.

- ¿He dicho algo gracioso? - me preguntó la psicóloga, extrañada -.

- Realmente, lo ha dicho ella y creo que tiene toda la gracia - sonreí, señalando la silla que tenía justo a mi lado. La psicóloga echó una mirada al lugar donde señalaba y volvió a mirarme desconcertada -.

- ¿Ella está sentada en esa silla? ¿Justo a tu lado? - asentí varias veces con la cabeza, parecía que no entendía lo que le estaba diciendo o, simplemente, se hacía la tonta porque era bastante evidente - Está bien... Mara, ¿a quién ves a tu lado, exactamente?

- Usted es peor actriz de lo que pensaba, en serio - me levanté de la silla y me dirigí hacia la puerta, pasaba de aquella payasada, estaba harta, tenía mis sentimientos y no iba a permitir que nadie los tratara con esa indiferencia - Me largo de aquí.

- Está claro que ves visiones a causa del estrés postraumático que sufres debido a una herida reciente en tu vida. Tus padres me hablaron de Jacob, sé el tipo de relación que tuviste con él y siento profundamente tu pérdida - me giré poco a poco con lágrimas en los ojos, ni siquiera podía hablar de ello - Como he dicho, tan solo quiero ayudarte.

Visiones. Esa fue la palabra exacta. Según mi psicóloga, me sentía tan sola ante aquella situación que mi mente trataba de reproducir a alguien que me escuchara y estuviera conmigo en todo momento, justo como hacía Jacob cuando estaba entre nosotros. Para mí no tenía ningún sentido, ¡ella era tan real! Hasta ahora había sido el pilar más importante de mi vida, dado que mis padres habían decidido que era mejor olvidar lo ocurrido que afrontar mis emociones, escucharme, consolarme... A ellos les fue muy bien que Jacob tuviera ese accidente, jamás les gustó. 

Salí de la consulta de aquella mujer que analizaba a las personas mejor de lo que esperaba, anonadada. El estrés postraumático era temporal, así que, las visiones también lo serían, aunque no tenía mucho más que a ella, ni siquiera sabía su nombre pero me acompañaba siempre que la necesitaba, aparecía desde cualquier parte para animarme, para levantarme de un cúmulo de malos pensamientos... Era como si se me hubiera caído el alma a los pies, no podía dejar de verla, dejar de sentirla a mi lado, de conversar con la única persona que me había apoyado. Cuando se lo contara, no podría ni creérselo, de hecho, sonaba a locura.

- ¿Cómo? - preguntó, sorprendida en cuanto le comenté lo que me había dicho la psicóloga un par de horas antes en la consulta. Se sentó en la cama frente a mí. Al ver que no respondía a su pregunta, decidió seguir sacando información para comprender mejor el tema que estábamos tratando - ¿Y tú la crees? ¡Es una estupidez!

- ¡Eso pensaba yo! - levanté algo más la voz debido a la frustración que sentía - Pero tiene sentido... ¿no? Quiero decir... he pasado por un momento difícil, es normal que aparezcas tú para no sentirme sola - sus ojos empezaron a empañarse, estaba disgustada, era igual de sensible o más que yo, no podía con aquello, sabía qué significaba -.

- Es increíble que, después de todos estos meses, creas lo que dice - sus labios empezaron a temblar, parecía una niña pequeña con terror a los payasos, simplemente, terminaba adorándola por aquellas pequeñas cosas -.

- Si quiero seguir adelante, voy a tener que empezar a vivir la realidad - sabía que esto no le haría mucha gracia, por lo que, lo dije con toda la delicadeza que fui capaz, consiguiendo que se pusiera a llorar como una magdalena - Oye...

- Tengo que irme...

Desapareció durante días, parecía haberse ofendido. Estaba preocupada por ella, no tenía ni idea de a dónde había ido, de si estaba bien, si se sentía bien... ¿Por qué me preocupaba por alguien que ni siquiera existía? Habíamos estado tan unidas que ni me había dado cuenta de cuánto significaba para mí, había ocupado un lugar crucial en mi día a día desde la muerte de Jacob, le debía mucho, no podía simplemente olvidarme de ella pero, si quería seguir adelante, debía hacerlo, seguir así no era la salida. Esperé unos días más por si aparecía antes de tomarme las pastillas mágicas que harían que desapareciera de mi vida por completo pero no lo hizo hasta que hube tomado la decisión de tomar la primera con lágrimas en los ojos, apareció detrás de mí, podía ver su reflejo en el espejo algo borrosa pero, perceptible.

- Al final vas a hacerlo... - su tristeza podía vislumbrarse a través de sus preciosos ojos -.

- Tengo que pensar en...

- Tu futuro - sonrió, algo incómoda debido a la situación - Entiendo tu postura y apoyo que debas seguir adelante pero, quiero enseñarte algo primero.

- ¿El qué...?

Me quedé petrificada en cuanto me giré para mirarla a los ojos. Era como si me mirase en el espejo, esa era la razón por la que nunca sabía su nombre, la razón por la que siempre tenía un aspecto diferente sin darme demasiada cuenta, estando ofuscada en mis sentimientos como para ocuparme de la situación. Me estaba mirando a mí misma, el mismo cabello, los ojos del mismo tamaño y color... 

- Durante todo este tiempo, estuviste hablando contigo misma en voz alta, necesitabas que alguien te escuchara y formaste una figura distinta a ti para que te escuchara, te animara... pero, realmente, lo estabas haciendo tú misma por ti, con fuerza, sin pausas y con una valentía que ya les gustaría a muchos tener - sonrió de oreja a oreja, mientras desaparecía poco a poco - Nunca estarás sola porque te tienes a ti misma, nunca lo olvides...

Me quedé sola en el baño. Terminé encogida en el suelo llorando sin parar, aunque ella no fuera real, se había sentido como otra pérdida que no necesitaba tener, para mí, había sido "alguien" con quién había compartido parte de mi vida y mis problemas, aunque simplemente, hablara en voz alta y tan solo me tuviera a mí para comunicarme. Era bastante triste tener que darte cuenta de todo esto en un momento tan complejo, sentir cómo se iba otra "persona" de tu vida sin voluntad propia, era como si fuera la única superviviente de una familia vacía por dentro, era como si hablar en voz alta me hubiera servido para darme cuenta del valor que no tenía de mí misma, de lo escondida que estaba mi autoestima y lo desconocida que había sido mi confianza...

Comentarios

  1. <3 Muy bueno. Me gusta mucho el ritmo de la redacción.

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    1. ¡Gracias! Me alegro de que te haya gustado.

      Agradezco que hayas comentado. Un besillo.

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