Caos:



Día tras día, le veía sentado en ese sillón mugriento, sin ningunas ganas de vivir, de disfrutar de la vida que le fue dada en cuanto nació, algo que seguía sin comprender. Entendía que debido a sus ochenta años de edad, no tuviese la misma energía que cuando tenía entre treinta y cuarenta pero, podría mostrar, al menos, un poco de ilusión, de atención a su alrededor, de comprensión con los que le ayudamos a diario para facilitarle esa vida tan inmerecida, llena de sorpresas y personas a su servicio, siendo que él jamás hizo lo dicho por nosotros. Su demencia senil era lo suficientemente avanzada como para no acordarse ni de subirse los pantalones, atender a cualquier cosa que no fuese la televisión y estaba cansada de soportar una y otra vez sus improperios, dado que, se creía superior a mí por ser mujer.

Sus actitudes van a peor, no ayuda el que viva en mi casa por no poder permitirme llevarle a una residencia o una cuidadora, el estar sufriendo de dolores de cabeza constantes, mi falta de sueño y mis pocas ganas de sonreír. Mis ojeras acompañaban a mis ojos castaños caídos eclipsados por el sueño, mis labios ya no decían demasiado, mi cabello no lo tenía muy cuidado, dada la necesidad de mi padre porque estuviese constantemente a su lado, tan solo me daba tiempo a lavarlo y poco más. Mi piel también sufría las consecuencias del estrés, solían temblarme las manos debido a las discusiones constantes, no soporto que nunca me ayude a pesar de su demencia, ¡no puedo hacerlo todo sola!

Me da la sensación de tener un caos esparcido en mi casa, observándome mientras se esconde en aquellos ojos negros que me miran de reojo en un antojo machista de manipulación que suele salirle más bien mal porque termino haciendo lo que me da la gana. Su energía me carcome, me absorbe por dentro, me llena de negatividad y desesperación, trato de hacerle comprender... pero nunca es el mejor momento, siempre se le olvida. No suelo dormir demasiado, siempre estoy en vilo por si se levanta por la noche y debo ayudarle a ir al baño o alguna cosa similar, incluso si le tengo que cambiar las sábanas si ha dado la casualidad de que se ha orinado en ella... Son tantos detalles, tantas pequeñas cosas que debo controlar, tantos sueños que no puedo cumplir...

A veces, sueño con su muerte. ¿Qué haría si ya no estuviese conmigo? ¿Qué haría si no tuviese este peso sobre mis hombros, esta carga constante? ¿Podría ir de viaje? ¿Podría salir cuanto quisiera? ¿Recorrer el mundo en moto? ¿O quizá, hacer el camino de Santiago para reencontrarme a mí misma? Supongo que ya se ha formado ese anhelo de algo que todavía no ha llegado pero sé que lo hará, provocándome una especie de ansiedad en mi interior pero no queriendo que suceda al mismo tiempo, una confusión tras otra, a pesar de sus constantes errores en el transcurso de mi vida, soy hija única, así que, los demás se han librado de sus voces, intentos de posesión, celos y control absoluto.

Supongo que mi vida ha terminado siendo un desequilibrio emocional constante, algo que no mejorará hasta que ya no esté sentado en ese sillón que tanto le invita a no levantarse para andar un poco, a pesar de habérselo repetido un centenar de veces. Mi cansancio casi crónico se apodera de cada uno de mis músculos, sintiendo el enorme peso de un elefante sobre mí, peor que cuando tengo la menstruación, soportando el día a día como si fuese el último y, a veces, deseando que lo fuese. Le miro con odio, le respondo con rabia y paso mis días a su lado con disgusto, pero no hay nada mejor que unas cuantas cervezas antes de irme a la cama para olvidarme de que existe, de que esta circunstancia me persigue hasta que deje de respirar, de que no hay mejor día que el que dejo atrás porque acepto que el siguiente será mucho peor.

Entiendo la complejidad de su mente, sus respuestas, sus meteduras de pata... lo que no comprendo son sus ansias de ser mejor que yo o de cualquier otro, ni siquiera pide ayuda cuando la necesita debido a su orgullo, tan solo conoce el egoísmo, es la palabra más presente en su interior sin siquiera acordarse de que existe, no retiene demasiadas cosas en un intervalo de uno a tres minutos, así que, digamos que no hay esperanza de que desaparezca de lo que ahora no sé si llamar hogar, una bola de negatividad está sentada en el sillón de mi madre, en el que ella se sentía como una reina antes de irse de nuestro lado por una enfermedad terminal que soy incapaz de recordar, dado el estrés postraumático que eso trajo a mi mente y la futura pérdida de memoria que ahora me acecha.

Aunque falta de ilusiones y esperanzas, todavía creo que puedo cambiar mi vida, todavía tengo el mínimo resplandor de la duda al saber que todo lo que empieza también se acaba y que esta situación lo hará de un momento a otro. Mi paciencia se termina, mi caos se agranda pero quizá no sea mío, sino que yo lo he hecho propio, ha crecido en el centro de aquel salón, de aquel preciso instante... quizá, el caos se haga cielo y las nubes se abran para adentrarme en la luz de la mañana, sin oscuridad, sin un matiz rojizo que tan solo me trae nerviosismo... Tengo las armas para cambiar, puedo mirar hacia adelante a pesar de su necesidad conmigo, debo dedicarme a mí, a mis horas de sueño, a mis momentos de reflexión y sosiego... no puedo permitir vivir en él y permitir que viva de mi energía, de mis ganas de vivir, de aprender... no puedo estar sujeta a una persona por ser su hija, porque no es capaz de sobrevivir solo, debo mirar hacia adelante y encontrar mis objetivos al igual que la forma de alcanzarlos... Permanecer fuerte es mi única salida.

Debo estar preparada: el CAOS no durará mucho tiempo.

Comentarios

  1. Ser cuidador de un padre es noble y apropiado, pero no es nada fácil. Sin la presencia de demencia puede ser exigente, degradante, deshumanizante y una experiencia extremadamente negativa. La demencia es una experiencia completamente diferente. El padre o la madre a quien amas ya no está contigo, solo su concha es, y eso puede ser tan difícil de tomar.

    Usted describe el caos con tanto detalle. ¿Hablas por experiencia? He estado en su periferia. Sé lo que parece y cómo se siente.

    Gracias por compartir esta narración, esta descripción detallada de amorosa desesperación, de una manera tan efectiva.

    Ten un excelente fin de semana. ¡Un beso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra que te haya gustado, me encanta leerte siempre. Bueno, lo he experimentado, aunque no con mis padres, más bien con personas mayores que han estado a mi cargo durante un tiempo determinado, he querido describirlo para darle un empujón y ánimo a aquellos que pasen por estas difíciles circunstancias, para que sepan que les comprendo, es otra de las formas que tengo de empatizar con los demás.

      Muchas gracias a ti por leerme y comentar. Te deseo un buen fin de semana también. ¡Un beso!

      Eliminar
  2. Es cierto que la gente mayor que tiene algún tipo de demencia son difíciles de cuidar. Algunos parecen egoístas, a veces incluso malvados, pero simplemente es la forma que tienen de defenderse ante unos estímulos exteriores que ya no les son conocidos. Cuidar a esta gente conlleva un desgaste físico y emocional que poca gente comprende. Has escrito un magnífico relato que trata muy bien el tema. Felicidades. Ojalá encuentren una cura para estas enfermedades.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado. Sus defectos se vuelven mucho más visibles y son más difíciles de sobrellevar. Es duro estar día tras día intentando que comprendan las cosas sin éxito porque, al cabo de un rato, se les ha olvidado.

      Gracias por comentar. Un beso.

      Eliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Amistades vacías:

Sin Palabras:

Reflejo: