Nómadas:

 

Despertaba cada mañana a su lado, en cualquier lugar al que nos llevara el tiempo, sin ni siquiera un sitio en el que vivir, dormir o incluso comer, nuestras manos entrelazadas eran nuestro único destino. No había necesidad de pedir favores a nadie, no queríamos la limosna de conocidos o familiares para poder vivir juntos o pasar una vida más cómoda, nos conformábamos con robar alguna cosa que pudiéramos encontrar y que necesitáramos en ese mismo momento, como mantas, comida, un coche... en fin, éramos, más bien, nómadas.

Nos pasábamos el día andando y, a pesar de todas las críticas recibidas tanto por sus familiares y amigos como por los míos por estar con él, prefería vivir mi vida de aquella manera, porque valía la pena si estaba a su lado. No sabría explicar lo gratificante que era quedarse dormida cerca de la orilla del mar en una casita abandonada o forzar la puerta de entrada de algún vecino en la ciudad y pasar el día en un lugar que ni siquiera es tuyo, realmente, nos lo pasábamos francamente bien. Nos pasábamos las noches mirando las estrellas sin importar la hora que era, nos quedábamos dormidos en el bosque encima de la hierba con unas mantas que habíamos conseguido y con el calor que nos dábamos el uno al otro y era suficiente para pasar un día más juntos.

Un día caminamos de buena mañana, ni siquiera sabíamos qué hora era porque no llevábamos ni reloj, las horas para nosotros ya eran algo demasiado trivial para darle importancia, conseguimos ver un amanecer precioso justo delante de nosotros. Me tomó de la cintura y me dio unos de los besos más cálidos y tiernos que podría haberme dado alguna vez, sin darnos cuenta que bastantes minutos después, el sol ya se había alzado por completo y nos daba en plena cara. Disfrutábamos de todos y cada uno de los momentos que nos unían, sin pensar en nadie más, ni en deudas, juicios, críticas... en fin, no había nada que nos estorbara, tan solo éramos nosotros.

Nuestras miradas se encontraban cada día antes de levantarnos, algo que me resultaba francamente tranquilizador, con esa mirada tan dulce que escudriñaba cada parte de mí, esa que intentaba transmitirme la suerte que habíamos tenido por salir corriendo de nuestra fatídica situación en la que vivíamos separados y sin poder contactar durante mucho tiempo, sacrificamos todo para tener ésto. Nuestros labios conectaban, al igual que nuestros cuerpos cuando sentíamos que necesitábamos del otro, sin problema de que nos vieran, los bosques eran frondosos y podías adentrarte cuánto quisieras, muy poca gente se acercaba por allí, incluso estaban los baños en las cascadas en los que nos bañábamos completamente desnudos.

Una noche encontramos un coche en medio de la carretera, abandonado y destartalado, una buena ocasión para subirnos y dirigirnos donde el viento nos llevara. En ese momento, nos alegramos de que pudiéramos dejar todas nuestras cosas ahí dentro aunque no fueran demasiadas, pero al menos, las provisiones que robábamos en algunas casas para poder comer durante el camino. A parte, podíamos tener una cama portable y dormir cómodamente, aunque la tierra de los bosques tampoco era incómoda... Las palabras formaban parte de nosotros también, las pronunciábamos dándoles un significado especial, como estando en nuestra propia burbuja y disfrutando de nuestro propio mundo de soledad sin importar si hacía viento, llovía, estaba nublado, hacía frío o calor... dejábamos al azar lo que hubiera que dejar.

Nos abandonamos al incesante traqueteo de aquel coche, el que nos sorprendería con cualquier viaje, el que permitiría que nos contáramos nuestras historias y sonriéramos sin haber pausas, sientiéndonos diferentes, iluminando nuestras sonrisas. La idea era no quedarse en algún lugar, no encadenarse en lo que hacía la gente, no vivir de una forma mental y metódica, sino dejarnos llevar, el mundo era muy grande e íbamos a dejar que nos conquistara sin duda. Lo importante era el destino que mantenía nuestras manos entrelazadas...

Comentarios

  1. Precioso relato lleno de misterio y amor.
    Aunque creo que sin gasolina no irán muy lejos con ese coche, por ponerle el lado práctico al relato.
    Me ha encantado.
    Un besillo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro mucho de que te haya gustado, María. Si se les acaba la gasolina o roban otro coche o siguen andando, no les importa.

      Un beso a ti también, guapa :)

      Eliminar
  2. Magnifica historia. Un amor no convencional muy bien narrado. Ideal. Solos los dos.
    Felicitaciones.
    Richard

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por las felicitaciones, Richard. Me alegro de que te haya gustado. Es un amor que no vemos muy a menudo, por descontado, se escapa de la normalidad.

      Saludos.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Amistades vacías:

Sin Palabras:

Reflejo: