Crionización Completa:



¿Sabéis lo que es la crionización? Pues veréis: Es una práctica en la cual se necesita preservar un cuerpo normalmente de animales que no pueden continuar con vida para una posible reanimación futura. Interesante, hasta el punto en el que logro formularme algunas preguntas que rondan por mi cabeza constantemente, y una de ellas es si eso puede ocurrir de esa forma exacta en la vida real, justo a nuestro alrededor. No sé si entendéis mi punto: Si hay personas crionizadas en nuestro entorno, personas tan frías de mente y alma que no son capaces ni de mantener, en este caso, los sentimientos más profundos que cada individuo tiene dentro de sí y no es que nos identifica, sino que muestra quiénes somos y nos sorprende cada día.

Tengo malas noticias para vosotros, tengo a una persona crionizada delante de mí, es más frío que un témpano, mental, demasiado perfeccionista para el hombre medio, tan pulcro y sutil que no soportaría que se le cayese un pelo de lo más fino y diminuto en la pica del lavabo porque se pondría furioso, alguien que no muestra su interior porque está vacío, siente rabia constantemente y no soporta perder el control de lo que le rodea, sino siente que está perdido. Ese es mi padre. Siempre había sido alguien ajeno a mí pero ahora me observaba con aquellos ojos negros, con su cabello peinado hacia atrás, algo que me parecía más bien ortera, con sus orejas algo puntiagudas y algo más salidas de lo normal diciéndome que hiciera el favor de no decir una palabra si no quería oír un montón de quejas al respecto, con unos labios gruesos que mostraban la constante desaprobación que había en su vida misma y un cuerpo algo relleno dada su edad y lo que comía, un conjunto de cosas que hacían a un hombre físicamente. De todas maneras, su rostro no me creaba mayor confianza, y menos porque era la primera vez que nos sentábamos a hablar después de unos años sin vernos por el simple hecho de que nadie soportaba estar a su lado.

- ¿Qué tal la Universidad? - su voz gruesa y la falta de gestos en sus rasgos denotaba que no estaba cómodo y que tan solo preguntaba por cumplir, ni siquiera quería estar allí sentado en aquel parque donde hacían campings muy entretenidos porque todo aquello le parecía una estupidez y tenía que hacerlo notar con esa cara rancia que era imposible no ver -.

- Genial - asentí, incómoda. Ambos miramos hacia otro lado, me daba la sensación de estar en una prueba constante de la que no saldría viva -.

- Ten en cuenta que estoy pagando mucho dinero para que vayas a esa Universidad, no puedes... - empezó la única conversación que sabía sacar cuando estábamos en silencio sepulcral y el ambiente se estaba caldeando demasiado, siempre dando importancia a todo lo que hacía por mí pero no dándose cuenta de lo que yo hacía cada día -.

- ¿Puedes dejarlo? Ya empiezas... - puse los ojos en blanco en señal de cansancio mental. Tres minutos con él y ya formaba parte de su control constante, era agotador -.

- Estamos hablando, era lo que querías - e aquí la culpa, siempre echándosela a otro como si de vida o muerte se tratara, sin ningún tipo de freno - Hemos venido para mantener una conversación sosegada, pero veo que no sabes lo que es eso.

- ¿Sabes? Tengo que irme - me levanté del banco en el que estábamos sentados uno frente al otro. Era curioso, cinco minutos y acabábamos cogiéndonos de los pelos, si seguía un minuto más allí le mataría seguro, intento proteger a la humanidad -.

- ¿Te vas con el novio ese que te has echado? Tss - su prepotencia era algo que no podía evitar que me irritara, no tenía ni idea de por qué tenía que meterse en mi vida privada cuando ni siquiera formaba parte de ella directamente -.

Me largué de allí tan rápido como pude pero, por supuesto, ya tenía los nervios de punta tan solo por mantener una conversación de cinco minutos con alguien que no fue capaz en su día de pasarme la manutención porque, palabras literales, no le daba la gana; una persona que no quiso ocuparse de mí cuando mi madre le ofreció el régimen de visitas famoso, él fue el que no quiso verme; digamos que es mi padre porque tenemos el mismo ADN y confirma que es mi padre, a parte de los rasgos físicos y demás chorradas, pero dentro de lo que cabe no ha actuado como tal en mucho tiempo. Decidimos vernos hacía unos tres o cuatro días, después de que mi madre discutiera con él por teléfono, tampoco es alguien que sepa escuchar, así que, oía a mi madre gritar demasiado total para no sacar nada en claro; me supo mal por ella y le dije que nunca más haría de intermediaria, que yo misma le visitaría o quedaría con él para vernos.

Al llegar a casa, vi a mi madre sentada en el sofá. Movía demasiado las piernas, las manos y se revolvía en el mismo, señal de que estaba intrigada y nerviosa por mi reunión con el hombre crionizado. Mi madre no quiso compartir su vida con nadie más después de mi padre, le pegaba y acabó teniendo varias crisis nerviosas, la amenazó y la manejó como quiso, así que, un día decidió irse de casa conmigo para no volver jamás, después de ponerle una denuncia como una catedral. Pero él, permanece impasible ante cualquier amenaza, totalmente indiferente a los sentimientos que pueda tener su hija o su ex pareja y sin control deja de ser alguien, algo poco novedoso en él.

- ¿Puedes dejar de moverte? Es irritante - le dije a mi madre, con una sonrisa. A veces, no se daba cuenta de que se movía mucho, hasta llegaba a parecerme gracioso -.

- ¿Cómo has quedado? - se levantó ansiosa, con las uñas medio mordidas, sin esmalte y con varios vasos de tila encima de la mesa. Era una exagerada - Has venido muy rápido.

- ¿Te extraña? - le pregunté, dejando el bolso encima de la mesa de la cocina. Empecé a prepararme un sándwitch en la misma encimera para paliar el hambre que me había dado mi padre con aquellas palabras tan faltas de sensibilidad y cariño -.

- ¿Frío como un témpano? - preguntó, quitando la ropa que tenía esparcida encima del sofá para doblar y guardar en las habitaciones -.

- No, qué va. Ha sido un ángel - le contesté con ironía. No sabía por qué accedía a pasar por aquello -.

- ¿Indiferente? ¿Con ojos caídos y su espíritu tirado en el suelo? ¿Sin sentimiento alguno?

- Sí a todo - le dije, terminándome el sadwitch y yéndome a la habitación para ponerme la ropa de hacer ejercicio. Iba a salir a correr - Voy a quemar los nervios, ¿vale? - le di un beso en la mejilla y salí a toda prisa hacia mi cuarto -.

No sé en qué momento mi madre perdió la fe en una relación, si cuando estaba demasiado aburrida porque no la sacaba de casa o en el momento en el que mi padre le dio la primera paliza, aunque quizá podría haber sido en el mismo instante en el que le dijo de la forma más fría e indiferente que le daba totalmente igual lo que le pasara a ella, que podría incluso morirse, que no le afectaba en absoluto. A personas que sentimos como es debido las cosas y pensamos con el cerebro, estas cosas suelen afectarnos, a otros incluso, traumatizarnos el hecho de que la otra persona te esté maltratando física y psicológicamente de esta manera. Mi madre se autocompadecía, se decía a sí misma que todo aquello pasaría y que él cambiaría de un momento a otro, pero él era demasiado orgulloso y falto de cariño para hacer eso, jamás ha sabido qué es la palabra amor.

Algo rompió mi conexión con la música que llevaba en los oídos, incluso en el momento en el que sentía mi pelo castaño ligado con una coleta de caballo ondear al viento, sintiendo el aire ante mis ojos del mismo color que el cabello y en todo mi cuerpo esbelto y lleno de energía, sobretodo mientras corría y sudaba como un cerdo, me encantaba esa sensación. El teléfono de mi padre apareció en pantalla, puse los ojos en blanco esperando que dejara de insistir, pero no paraba, siempre se empecinaba con todo lo que hacía y buscaba conseguir aquello que más ansiaba: Control. Lo puedo demostrar con la primera pregunta que me hizo al responder.

- ¿Qué haces? - ni siquiera tenía educación, era de esperar dado el grado de retraso que tenía, sin insultar a las personas con síndrome de Down, que las respeto enormemente -.

- Por aquí ando. ¿Qué quieres? - no soportaba su constante interrogatorio, por lo tanto, no respondía nunca a su pregunta controladora, algo que a veces resultaba y otras veces no -.

- Quería verte - expresó con convicción, dada su voz grave e intensa en aquel preciso momento -.

- Que yo sepa ya nos hemos visto - respondí con desgana, no quería volver a verle el mismo día en el que me había llevado la misma decepción que siempre que quedaba con él - ¿Necesitas algo en especial?

- Tengo a tu novio a mi lado, te manda saludos desde aquí - me dijo, con un tono santurrón que no me gustó en absoluto - ¿No te gustaría venir a verle?

- ¿Qué hace Neelan en tu casa? - le pregunté, extrañada -.

- Ven y compruébalo - al fondo oí gritos, un sonido sordo, se paró al instante y mi padre colgó -.

Tenía un mal presentimiento. No tenía ni idea de qué habría sido aquel sonido sordo al fondo de la habitación, ni siquiera por qué su voz era de total júbilo si nunca se había tragado a Neelan en los tres años que llevamos juntos y mira que es un chico genial, aunque tampoco entendía aquellos gritos de dolor que se escucharon muy en el fondo. Salí corriendo hacia la enorme mansión de mi padre a las afueras de la ciudad, un lugar en el que guardaba sus sentimientos, en el que ensombrecía su alma y empezaba a ser él mismo de verdad, algo que pude comprobar aquella misma noche, al igual que pude ver la crueldad misma a la que puede llegar un hombre.

Siempre fue alguien honrado, por supuesto, era médico y no es que le gustara ayudar a las personas, simplemente le gustaba el dinero que recibía por ello. No le apetecía ir a trabajar, pero sí ver el dinero en su cuenta al terminar el duro mes en el que había tenido que ponerse una bata y operar a un paciente de lo que fuera; una vez, me pareció verle sonreír después de contarme que se le había muerto un paciente, e aquí el momento en el que me di cuenta de que se le iba totalmente la olla y no tenía emoción alguna. Llamé varias veces al timbre de su casa, sudada y sin aliento, mi padre abrió la puerta y me dejó entrar pero, sin mediar palabra, me dijo que le acompañara al sótano, que tenía una sorpresa para mí. No sabía por qué, pero aquello no me daba muy buena espina, que digamos.

- Oh, dios mío... - mis ojos se abrieron de par en par al ver a Neelan en el suelo, repleto de sangre y con un charco tan grande que podría ocupar la habitación entera. Estaba inmóvil y, ahora mismo, yo era cómplice de asesinato. Estaba claro que ésto iba de mal en peor - ¿Se puede saber qué has hecho? - pregunté, enfadada y deshecha de dolor interno inimaginable -.

- Lo he hecho porque te quiero, para que pasemos más tiempo juntos. Tu novio estaba siendo una distracción, así que, le he quitado de la ecuación - me mostró sus increíbles dientes pulcros y bien limpios, me pareció una persona horrible y trastornada -.

- ¿Te has vuelto loco? - le pregunté, necesitaba un motivo contundente, no me podía creer que esa fuera la causa divertida por la que mató a mi reciente e increíble relación con alguien con el que estaba compartiendo momentos fantásticos de mi vida - No puedes hacer ésto, ¿entiendes? Has matado a una persona y...

Se hizo el silencio. De repente, me di cuenta. Aquello lo llevaba haciendo durante años dado el aspecto que tenía mi alrededor en aquellos momentos, por el hecho de que tenía un montón de utensilios encima de la mesa para cortar huesos, desgarrar carne y hacer cortes profundos para que la víctima se desangrara. Recordé a todos los amigos y novios que se fueron de la ciudad sin despedirse, a todos aquellos que se fueron sin siquiera un mensaje en todos estos años, siempre sintiéndome culpable y desdichada porque se fueran de mi lado, preguntándome si yo había sido el problema por el que se alejaron de mí y, en realidad, mi padre los había matado a todos ellos. Tenía la prueba ante mis ojos; tenía una pared llena de nombres, en la que había sangre seca por toda ella como si se hubiera expandido de un lugar a otro con todo su esplendor.

Empecé a respirar entrecortadamente, habían tantos nombres, tantas cosas que me pasaban por la cabeza que no podía estar allí por mucho más tiempo, tenía que irme. Le miré a los ojos algo mareada, él seguía plantado como un pasmarote esperando que fuera igual de crionizada que él, quería que me pareciera bien toda aquella masacre que tenía allí montada, en la profundidad de su alma oscura y sin corazón. Pero nunca entendió que esa no era yo, por mucho que se empeñara en que estaba en mis genes.

- Quédate aquí - no sabía si era un súplica o un mandato, pero sonó a que tenía que quedarme para que no fuera de inmediato a la Policía. Daba la sensación de que sabía qué cruzaba por mi mente en aquellos momentos - No harás lo que vas a hacer.

- ¿Qué crees que voy a hacer? - le pregunté, subiendo el escalón que tenía justo en frente de mí -.

- Pensarás que vas a poder salir de aquí tranquilamente, irás a la Policía y me detendrán pero se te olvida que yo tengo el control - claro, su ego se elevaba conforme pasaba la hermosa velada -.

- Así que, de eso se trata. De esta forma te sientes poderoso, ¡arruinando mi vida! - le grité, pero desgraciadamente, nadie podía oírnos - No tienes corazón, tu cabeza se ha convertido en algo putrefacto que solo te sirve para ser un siervo de la sociedad, creciste sin sentimientos, eres un robot al que han metido en una caja para congelarlo de arriba a abajo y que no ha dejado que nadie puediera hacerle sentir calidez porque necesitaba poder, control y orgullo, ¿verdad? ¡Pues te equivocas!

- No entiendes nada, ni siquiera sirves para nada. Una niña mimada que tan solo quiere salir de copas, pasarlo bien y dejar que los demás hagamos nuestro trabajo. Alguien despreciable que no considero que haya salido de mí, totalmente irracional y que prefiere pasarse el día corriendo arriba y abajo que ver el verdadero significado de la vida: Necesitamos ser como ellos, superiores si cabe, pero debemos ser aceptados.

- ¿De esta forma eres aceptado tú? Porque eres repug...

Todo oscuridad. No sé qué paso desde ese momento, tan solo sentí un frío constante que atravesaba todo mi cuerpo. Crionización, eso era, me estaba transformando en él y ni siquiera podía gritar porque tenía todo mi cuerpo congelado, incluso mis células intentaban respirar, luchar contra ello... pero era imposible. Estoy en un limbo constante, en el cual, tan solo existe temeridad, miedo por qué pensarán los demás y preguntas de por qué debemos ser como otros quieren que seamos, por qué esa motivación de mi padre a matar aquello que me llevaba a ser quién soy de verdad y no una máscara como siempre intentó enseñarme.

Jamás he conseguido despertar de ese letargo, una crionización que llevo años intentando combatir, me mantiene despierta pero no consciente. Es un tumulto de ilusión y, a la vez, de realidad transferida, es un montón de verdades que pasan a ser mentiras y que ni siquiera eres capaz de controlar, te dirigen como si fueras un muñeco de trapo. Creo que ésto es lo que pasa en la sociedad en sí misma: Un conjunto de seres humanos juntos en un mismo país, localidad, mundo entero... lo que sea, que necesitan comunicación, sentirse aceptados y hacer lo mismo que otros hacen para sentirse completos, ¿y tanta complicación para qué? ¿Para destruirse a uno mismo como mi padre lo hizo? Van vagando por el mundo pensando que ese es el camino, provocando a otros que se crionicen para no sentirse solos y permitir el congelamiento físico y espiritual en sí mismo, llevándonos al camino mental para que sirvamos a la sociedad en cuanto a su economía sin importar nuestro ser interior en sí mismo, dado que para ellos no somos nada, quizá un número, tan solo un nombre... quién sabe, pero espero que la crionización no sea el futuro de una nueva era, sino estaremos muertos por y para siempre.
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