Adiós a las Palabras:




Tenía palabras que fluían a borbotones por todo mi ser, se me ocurrían mil historias en mi cabeza y, de repente, me sentía el hombre más afortunado del mundo. Una de las cosas más increíbles de ser escritor, es el hecho de que toda tu mente está conectada con todo tu alrededor, es como si pudieras ponerle mil palabras a todo lo que ves, es algo por lo que vale la pena seguir vivo, aunque mi mujer no lo entienda especialmente, es una mujer un tanto impaciente y no soporta el hecho de salir de casa sola y dejarme con un cúmulo enorme de papeles en los que trato de descubrir las personalidades de las historias que trato de expresar.

Siempre he sido un hombre algo ofuscado en mis pensamientos, no he sido alguien expresivo, se me da mejor hacerlo escribiendo. Mi mujer cree que no soy alguien de lo más romántico ni tan siquiera extrovertido, me paso el día pensando en palabras, en qué escribir y cómo hacerlo aunque esté rodeado de personas intrigadas por escucharme hablar, es imposible hacerlo teniendo tantas cosas en la cabeza y tantos personajes a los que dar vida, es imposible no vivir otras vidas cuando se es escritor y terminar olvidando una parte de la tuya por ello, es un sacrificio que estoy dispuesto a correr aunque esté llegando el final de mi matrimonio. 

- ¿Sigues ahí sentado? - me preguntó Kathy cuando llegó a casa de hacer la compra. Siempre expresaba molestia por todas las partes de su ser cuando me veía horas metido en mis escritos, no podía evitarlo pero yo trataba de seguir siendo el marido más comprensivo y natural del mundo -.

- Sí, este personaje me absorbe - le respondí, con una sonrisa incómoda en los labios, no sabía de qué otra forma expresar lo que sentía en aquellos momentos, ya que, estaba contento pero ante ella no podía demostrarlo porque le molestaba el simple hecho de tirarme siete horas seguidas escribiendo, y tampoco podía expresarlo tristemente porque se ponía las manos a la cabeza, por ello, decidí mostrarle una sonrisa algo incómoda, para ser algo imparcial - ¿Ya has vuelto de hacer la compra?

- Pues claro, nadie más la hace - me soltó con sarcasmo, seguía estando molesta por mi actitud. Pero vi la mentira en sus ojos, ya que, ni siquiera traía las bolsas de la compra - Voy a tumbarme un rato, me siento algo cansada de todo.

He aprendido a afrontar su desagrado por lo que hago, ya que, las palabras han forjado quién soy ahora, es mi mundo, toda mi vida y forma parte de quién soy, no puede venir ella y terminar con todo lo que he conseguido. También he aprendido a sobrellevar sus mentiras, ya que, ella no está apuntada a ninguna clase de arte porque cuando íbamos a los museos me decía que lo que más odiaba eran las pinturas; no está apuntada a clases de yoga porque sigue sin ser una persona a la que le gusta el ejercicio; y, sigue sin ir de compras, ya que, hace días que nos faltan varias cosas que utilizamos normalmente para cocinar y todavía no las ha traído, siendo lo pulcra que es. Esconde algo y espero que no sea lo que estoy pensando, espero que no tengo una aventura con otra persona.

Decidí darle forma a la conversación que quería mantener con ella aquella misma noche, quería acabar con todo de una vez y dejar de andarnos con rodeos. Kathy era una mujer increíble pero no podíamos estar así constantemente, por lo que, aquella misma noche empezaríamos algo con lo que he tenido miedo todo el tiempo que he estado con ella: Hacerle frente, tiene muchísimo carácter. 

A las ocho y media de la noche me acerqué a la cocina para observarla desde la puerta, me gustaba ver cómo movía su cuerpo al ritmo de la música mientras cocinaba, era una apasionada de los Arctic Monkeys y siempre los ponía a esas horas, la quería por ello, tenía los mismos gustos que yo y me encantaba cuando se movía de aquella manera tan especial, tan fluida, tan... Tuve que hacerlo, empecé a hablar de aquello que más me preocupaba, de una forma que ni yo esperaba, sin haber planeado las palabras que salieron de mi boca, llamando a la improvisación.

- Sé que no vas a hacer la compra desde hace varios días, que no estás en clases de yoga y que tampoco vas a las clases de pintura, odias los cuadros, ¿recuerdas? - seguí apoyado en la puerta mirándola, quería ver su expresión que, en estos momentos, era de sorpresa y su corazón iba a tres cientos por hora, estaba nerviosa -.

- ¿Se puede saber qué quieres decir con eso, Rase? - me preguntó a la defensiva, no parecía conforme en que me metiera en sus asuntos -.

- Quiero decir que me estás mintiendo constantemente y me gustaría saber qué tramas - respondí con un tono de lo más relajado y coherente, me había prometido a mí mismo no alterarme, no quería volverme loco antes de hora - ¿Te estás viendo con alguien o...?

- ¡¿Cómo te atreves?! - bramó, parecía verdaderamente molesta y de verdad me planteé que quizá me equivocaba con lo que creía que estaba pasando y estaba paranoico -.

- Tan solo te preguntaba, Kathy... No pasa nada - le dije, quizá arrepintiéndome de haberle dirigido la palabra, estaba mejor callado y sentado en mi estudio escribiendo, ese era mi sitio, no manteniendo una conversación con mi mujer - Solo quiero que hables conmigo.

- ¿En serio me estás diciendo ésto? Llevamos más de un año sin hablarnos por tus estúpidas historias, ¿y ahora vienes buscando una explicación? - le temblaban aquellos labios gruesos que siempre maquillaba con un pintalabios rojo sangre, estaba enfurecida y me hizo ver que no debía haberme metido en sus cosas, quizá... -.

Terminé de pensar que eran cosas mismas y me sorprendió ver que por todo su cuerpo salía una fuerza increíble, era una especie de aura verdosa que sobresalía de ella. Sus ojos azulados ahora tenían un tono rojizo, su cabello liso y dorado se había enmarañado un poco debido a su rabia contenida, su cuerpo temblaba con fuerza pero tu temple seguía permaneciendo dentro de ella, quizá no quería hacerme daño pero empecé a pensar que estaba evitando matarme por todo aquel odio que albergaba dentro de ella. No había estado pendiente de sus cosas y había estado bastante abstraído durante largo tiempo hasta hoy, la entendía perfectamente pero mis escritos y las palabras con las que me expresaba lo eran todo para mí. 

Mis pensamientos fueron interrumpidos por una ráfaga verdosa que no fui capaz de esquivar, no tuve los suficientes reflejos para hacerlo. Era una mujer muy fuerte sin duda y nunca hubiera pensado que me dejara inconsciente. Estuve en un constante trance durante los minutos que prosiguieron y que a mí me parecieron horas, fue un tumulto de oscuridad, de gritos acompasados y de terror constante, las pesadillas no dejaban de permanecer en mi mente comiéndose cada palabra, cada rastro de imaginación, cada pieza de los personajes que yo mismo había creado, cada parte buena de mi ser, lo que más valía la pena de mí... Nunca pensé que al abrir los ojos todo habría desaparecido, que lo que más quería en el mundo me había dejado para siempre y que las palabras dejarían de pertenecerme, que nunca más imaginaría un escenario fantástico y permanecería en la constante inopia.

Quizá al explicarlo así no lo entendáis, yo tampoco lo hice hasta que encontré después de mucho tiempo de ese incidente lo que me había ocurrido, ya que, mi mujer ya no volvería a aquella casa que ambos forjamos juntos. Kathy tenía mucha información sobre su familia debajo de nuestra cama de matrimonio, aquella en la que habíamos compartido muchos momentos juntos, la que nos había hecho sentirnos cercanos y en la que leíamos antes de irnos a la cama cada noche. Tenía información en aquel baúl mohoso que me hizo prometer que no tiraría jamás, el baúl en el que había un montón de papeles sobre hechizos, magia negra, un montón de utensilios para hacer hechizos... pero yo sabía que era de locos, no podía ser cierto... todo ésto formaba parte de mundos de fantasía, era imposible que algo así pudiera estar pasando pero lo estaba, ya que, encontré una nota de Kathy dentro del cajón de la mesita de noche que hizo que me diera un vuelco el corazón, fue donde me di cuenta de que estaba sometido a una maldición de la que no sería capaz de escapar jamás. Ésta rezaba:

"Espero que hayas encontrado esta nota y puedas saber con exactitud qué te está ocurriendo, no he podido irme sin decírtelo. Soy bruja y siempre lo he sido, te he maldecido con un hechizo muy antiguo, uno que hacía que los dioses más poderosos que tenían el don de la palabra se la pudieran quitar y quedarse al fin sin una sola con la que expresar sus sentimientos más profundos, se quedaron sin poder comunicar aquello que más deseaban a su pueblo y a las personas que más querían.

Rase, hemos sido realmente felices durante estos veinte años pero no podía más, era presa de tus historias, presa de tu vida y estaba tan sola que no sabía qué hacer con nosotros, me apartaste de ti y me llegué a sentir celosa por esos personajes que has creado, los has apreciado más a ellos que a mí, tan solo he sido una marioneta. Ésta es tu maldición y espero que puedas sobrellevarla como mejor puedas, yo he podido hacerlo con la mía".

Todo ésto me dejó anonadado, no sabía qué pensar y menos habiendo descubierto todo aquello. Lo que sí tenía claro es que mis formas de expresión habían desaparecido, cuando me sentaba a escribir lo único que salían eran palabras sueltas, ya no podía imaginar paisajes, personajes fantásticos que dieran vida a mundos increíbles, las palabras habían dejado de formar parte de mí. Me di cuenta de que mi matrimonio fue una completa mentira, ni siquiera sabía a qué estuvo sometida Kathy desde antes de conocerme, ya que, ella lo trató como una maldición y como algo que no debía haber tenido jamás, es así como expresaba en los diarios que había escrito durante más de cincuenta años, decían que ella había sido pura una vez pero la condenaron cuando revivió a su hermano pequeño al morir en un accidente de tráfico, ya que, había producido un increíble desequilibrio entre la vida y la muerte y debía ser castigada, nunca más pudo hacer magia pura, la condenaron a hacer magia negra, en la cual, se descontrolaba constantemente cada vez que se enfadaba.

Si hubiera sabido todo ésto, hubiera podido ayudarla. Durante todo este tiempo estuvo yendo a un tipo al que le encantaba el ocultismo y la ayudaba a controlar sus impulsos, pero fue inútil, terminó maldiciéndome con algo con lo que iba a condenarme el resto de mi vida, dejando mis escritos atrás, los mundos fantásticos, mis creaciones más increíbles y dejando de lado a la gente que siempre me había leído atrás, aparcada en el lugar más profundo en el que pude hacerlo: En mi corazón. Desde ese preciso momento, me dejé llevar por la tristeza, terminé cayendo en las oscuras garras del alcohol llegando a casa completamente borracho, sin haber aceptado el hecho de que no escribiría nunca más, de que no podría expresarme tan bien como lo hacía antaño en mis historias más perfectas, acabé ahogándome en mis propias lágrimas, intentando volver a ser quién era pero terminando al lado de la ventana observando la lluvia y arrepintiéndome de aquella conversación que jamás debí tener con Kathy, aquella conversación que hizo de una maldición solo vista en fantasías algo real y trepidante, algo palpable y doloroso, algo que jamás debió existir en la mente de un ser humano tan seguro y creativo, alguien a quien arrancaron aquello que lo hacía fuerte, aquello que hacía que amara la vida tanto como para confiar en alguien.
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Comentarios

  1. Que lindo! Gostei muito.
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    1. Gracias por tu comentario, entraré encantada en el tuyo :)

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    2. Gracias por tu comentario, entraré encantada en el tuyo :)

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