Traición:





Durante mucho tiempo pensaba que aquella mujer era su alma gemela, aquella que iba a hacerla feliz, e incluso, lo eran. Por ello, su traición fue tan dura para ella, fue como una daga cruzando su corazón  frío y dolorido para crear algo que ni ella era capaz de imaginar, creó un odio que era capaz de oscurecer continentes enteros, era capaz de matar por ello, de vengarse por todo el dolor provocado a su alma.

Rosalia era una mujer de cabellos pelirrojos, ojos profundos y verdosos y unos labios finos, con una sonrisa preciosa, la cual, mostraba unos dientes blancos y perfectos. Era esbelta y le encantaba llevar vestidos de diferentes colores, se sentía más cómoda que llevando pantalones. Era una joven que provenía de buena familia, estructurada y grande, tenía familiares por todas partes y de países diferentes, ya que, habían viajado mucho, pero ahora se habían quedado en Francia, una de las ciudades más encantadoras que había tenido el placer de conocer. Allí, había conocido a otra joven muy atractiva: rubia, de ojos azules, los cuales, envolvían con sensualidad a cualquiera que tuvieran delante y dejándolo boquiabierto con aquellos labios carnosos y aquel cuerpo esbelto y perfecto. Aquella empezó a ser una bonita historia de amor, una que Rosalia no quería que acabara nunca, una que era simbólica, agradable y satisfactoria. 

Una noche, Rosalia había quedado con Missy en un restaurante bastante lujoso y romántico, era su décimo aniversario y querían celebrarlo como era debido, así que, decidieron pasar una agradable velada: cena romántica con velas en un restaurante caro, un paseo, irse a tomar algo a algún pub y rematar la velada con caricias sensuales en la cama. Todo ello, no pudo desviarse de lo que Rosalia realmente hubiera querido, ya que, Missy no apareció en el restaurante. Era muy extraño que no hubiera asistido, ya que, todos los años habían sido tradicionales y habían quedado para celebrarlo; la había llamado varias veces al móvil y no respondía, con lo que, decidió ir a su casa para ver qué había sucedido, quizá había llegado muy tarde de trabajar y no había podido avisarla...

Al llegar a casa de Missy, abrió la puerta principal con las llaves que su novia le había proporcionado para poder entrar y salir cuando le pareciera, llegó al portal y subió las escaleras hasta llegar al segundo piso donde ella residía. Metió la llave en la cerradura y abrió la puerta despacio, al principio, parecía que no estuviera, ya que, todas las luces estaban apagadas. Cerró la puerta despacio, encendió la luz del pasillo y se dirigió a la habitación de Missy con un paso más ligero, ya que, quería saber de una vez qué era lo que estaba pasando. Al abrir la puerta de la habitación de Missy, aquella que había querido abrir durante unos diez segundos, vio algo que no se habría imaginado de alguien como ella, no se habría imaginado que la mujer a la que amaba estuviera en la cama con otro hombre. Sus ojos se salían de sus órbitas y no podía dejar de apretar los labios, sintiendo una rabia dentro que no había sentido jamás.

- ¡Rosalia! Esto... esto no es lo que parece - dijo con tono de sorpresa. Pero realmente, aquello era exactamente lo que parecía; Missy se había levantado tapándose todo el cuerpo, ya que, estaba desnuda, y se acercó a Rosalia - Puedes esperar en el salón y lo hablamos más tranquilamente.

Rosalia no respondió absolutamente a nada de lo que Missy le comentó. Seria y callada salió de aquella habitación dándole la espalda a la que en un futuro había planeado que fuera su prometida, ahora tendría que devolver el anillo de compromiso. Al salir de aquel edificio donde vivía Missy, empezó a caminar sin rumbo toda la noche, con aquella cara de tristeza y de hipnotismo, no sabía qué era lo que pasaba a su alrededor, parecía que todo se estaba desmoronando, pero era algo que no podía permitir. Ella siempre había sido una mujer de negocios, completamente sincera y dedicada a su pareja, a su familia y a su trabajo, no podía ser que algo así pudiera estar sucediéndole. Pensó en volver para hablar con Missy, pero en cambio, se pasó toda la noche andando por las preciosas calles francesas.

Al día siguiente, sobre las siete de la mañana, llegó a su casa sorprendida de que no tuviera ni un ápice de sueño, suponía que aún estaba con el shock de lo sucedido. Fue a darse una ducha y, al volver, vio que tenía un mensaje en el buzón de voz, era de Missy: "Siento mucho lo de anoche, estaba un poco drogada y una cosa llevó a la otra... Me gustaría hablar contigo, por favor, déjame explicarme. No volverá a ocurrir". Rosalia llamó a Missy, todo eso se iba a terminar ese mismo día, no iba a permitir que nadie más la traicionara de aquella forma, no era una joven idiota y menos inocente.

- ¿Diga? - respondió su novia al otro lado del teléfono con voz entusiasta. Rosalia pensó que era una buena ventaja que pensara que todo iba a arreglarse, así que, intentó hablar con serenidad y concentrándose en cada palabra -.

- Missy, he oído tu mensaje. Podríamos quedar esta noche y hablar de lo que ocurrió - le respondió con voz firme y sin titubear. Estaba algo nerviosa, pero ella también iba a traicionarla de una manera algo más artística - Quedamos en el restaurante donde debimos vernos anoche, ve de etiqueta, me gustaría seguir con la tradición.

Rosalia se esmeró durante toda la tarde para estar deslumbrante, aquella iba a ser la última noche de Missy, el último beso, el último abrazo, el último adiós a algo que había resultado ser maravilloso hasta que ella lo estropeó todo. Su vestido era de un color violeta fuerte, combinado con unos pendientes del mismo color de Swarovski, aquellos que le había regalado Missy cuando cumplieron su quinto aniversario, llevaba unos tacones de aguja altos que marcaban de una forma impresionante sus bonitos pies, eran negros con cuatro cordones en la parte de arriba, maquillada como si viniera del salón de belleza; estaba perfecta. Se miró al espejo y vio sus intensos y profundos ojos verdes mirándose a sí misma de forma salvaje, aquello la hizo dedicarse una sonrisa a sí misma; aquello fue interrumpido por la imagen de las herramientas que debía cargar en su nuevo BMW. Así que, se acercó al armario, cogió una silla que estaba cerca, subió y arriba del todo, encontró lo que buscaba: algo que había estado guardando mucho tiempo, algo que había querido que desapareciera de su vida pero que siempre había estado presente... Sus queridos cuchillos, bisturies, pinzas dentadas, cortadores de costillas, sierra para huesos y cuchillos largos; además del cloroformo, puesto a un lado del pequeño estuche en el que tenía todos estos utensilios que había sacado de su trabajo, ya que, ella se dedicaba a la medicina forense. 

Se acercaba la hora de la gran velada en el restaurante, así que, cogió sus cosas y las metió en el coche, ya que, no haría falta cloroformo para llevársela a un lugar apartado, era una mujer muy sensual y le gustaba practicar sexo en cualquier lugar, así que, había alquilado una casita a las afueras para realizar allí su obra artística, aquella en que la protagonista iba a ser Missy. Su novia estaba esperándola en el restaurante, con aquel vestido rojo tan especial que se compró la semana pasada, los zapatos negros que había anhelado desde que los vio y aquella mirada insinuante en cada momento. 

- Hola... - le saludó con una media sonrisa, Rosalia notaba su completa incredulidad dibujada en su rostro - Gracias por acceder a verme.

- No hay de qué, ¿nos sentamos? - añadió Rosalia haciendo caso omiso a su agradecimiento, no le importaban lo más mínimo las formalidades en aquel momento -.

Se sentaron una enfrente a la otra, en aquel lujoso restaurante, en el cual, se podía escuchar una música relajante y romántica en el fondo, todas las mesas con una vela en el centro y unas lámparas preciosas en lo alto. Cogieron sus menús y pidieron los mismos platos que los años anteriores, ya que, aquel aniversario era tan tradicional como todos los anteriores. 

- Pensaba que no ibas a venir... - empezó a hablar Missy, para romper el hielo -.

- Pues he venido - respondió Rosalia algo cortante, no podía disimular aquella rabia que sentía dentro cada vez que la miraba a la cara, tan solo quería que aquella cabeza cayera a un lado ayudada por la sierra corta huesos - Lo que sucedió anoche me pareció un acto inconcebible, por no decir triste y vergonzoso por tu parte, ¡llevamos diez años de relación!

- Lo sé y lo siento muchísimo. Estaba en el bar con mi compañero de trabajo y tomé algo de éxtasis para aguantar la jornada. Una cosa llevó a la otra... yo... lo siento, de verdad, no volverá a ocurrir, voy a dejar todo eso porque creo que está rompiendo aquello que tenemos tan especial y haciendo que nos distanciemos - la miró cogiéndole las manos con mirada triste y ojos llorosos -.

- Lo que teníamos era especial sí, o yo lo creía. No sé exactamente cómo encajar todo ésto, entenderás que sea difícil para mí aceptar que hayas hecho todo esto y no te lo tenga en cuenta...

- ¡Claro! Debes tenerlo en cuenta, no he actuado bien y te he... traicionado, como amiga y como pareja, no sé cómo he sido capaz de ir tan lejos... 

- Y con un hombre... Pensé que solo te gustaban las mujeres, como tu bien dijiste la primera vez que nos conocimos - la miró a los ojos con aquella mirada profunda y Missy ya no supo qué responder, tuvo suerte de que llegaran los platos que habían pedido en aquel mismo momento -.

La velada siguió con normalidad, la tensión que tuvieron al principio se disipó en el aire y no volvieron a hablar del tema en el resto de la noche, e incluso, bailaron. Fue mágico, así que, Rosalia la convenció para que fueran a la casita situada a las afueras, aquella que estaba construida en la suma oscuridad. Rosalia aparcó el coche justo enfrente pero, parecía que Missy no podía aguantar aquella atracción que sentía por la mujer pelirroja que tenía justo al lado, así que, se subió encima de ella en el asiento del conductor y empezó a besarla apasionadamente, le acariciaba la cara, el cuerpo... no podía dejar de tocarla, tenían una conexión increíblemente fuerte, y más cuando se tocaban, no querían que aquello parase, así que, se trasladaron a la parte de atrás del coche para seguir con el asunto, sus caricias eran increíbles conexiones y sus cuerpos entrelazados diciéndose lo mucho que se amaban al oído. 

Myss se quedó profundamente dormida, así que, Rosalia cogió las herramientas que había dejado en el maletero antes de ir a la cita y cogió a Missy en brazos para adentrarla en su otro mundo, en un mundo que nadie conocía de ella. Abrió las luces y entró en la habitación donde había preparado una tabla de madera sujeta con unas patas del mismo tipo, teniendo unos plásticos alrededor para no ensuciar las paredes, ya que, debía devolver la casita limpia a las personas que vinieran después a pasar un fin de semana romántico. Ató a Missy de las muñecas a unos barrotes que sobresalían de la tabla de madera, al igual que sus pies; preparaba las herramientas cerca del cuerpo de Missy, cuando ésta se despertó, al principio con una bonita sonrisa, después miró a su alrededor con un terrible pánico.

- ¡Oh, Dios mío! ¡¿Qué es esto?! - le gritaba a Rosalia todo el tiempo - ¡¿Qué se supone que estás haciendo?!

- Me traicionaste... así que, yo te he traicionado también haciéndote creer que toda la pantomima de la cena era real, haciéndote creer que te había perdonado... - le contestó con una sonrisa de oreja a oreja, y añadió algo que había tenido ganas de decir desde hacía mucho tiempo -: No puedo renunciar a aquello que soy, aquello en lo que me convertí hace tiempo atrás, ¡ésto es lo que hago!

- Ésto no es lo que haces, tú no eres así... - miró a Rosalia a los ojos intentando encontrar algún ápice de compasión - Aquella mujer que conocí no hubiera matado ni a una mosca, tú...

- De hecho, cuando me conociste, ya había hecho ésto unas cinco veces, es pan comido, así que tranquila. Te dolerá, gritarás, intentarás moverte a los lados, empezarás a desangrarte poco a poco y después de unas horas, morirás - añadió con un deje de pasotismo en su voz - Parecerá una eternidad y lo de tu traición no será nada comparado con lo que sentirás tú ésta noche, así que, ponte cómoda y respira hondo porque voy a empezar con mi juguetito favorito - dijo enseñándole unas agujas y sonriendo-.

Los ojos azules de Missy la siguieron mirandola con pánico, pero Rosalia ni se inmutó con aquella mirada. En aquella casita lo único que se oían eran gritos de dolor y se vislumbraban grandes borbotones de sangre, había sido una muerte exitosa para Rosalia, una muerte que le traería paz. Rosalia salió de allí con dos bolsas enormes de basura y con Missy disipada en el aire. Aquella mujer pelirroja era una psicópata, una asesina en serie que no podía llamar la atención, ya que, lo tenía todo bajo control, aquella carne en las bolsas de basura iba a ser deshecha con ácido sulfúrico y nadie iba a buscar a Missy, ya que, Rosalia había llamado a sus padres para decirles que su hija la había dejado y se había ido de Francia, que no tenía ni idea de dónde se encontraba. La Policía la estaría buscando un tiempo, pero aquello se convertiría en otro caso cerrado.

Rosalia se sentía aliviada por fin de toda aquella rabia, pero siempre le quedarían aquellos momentos con aquella joven rubia y tierna mujer con la que pasó diez años, aunque tampoco olvidaría su fatal traición. Se había limpiado de cómo era realmente desde que conoció a Missy, pero lo que le hizo no pudo contenerla y salió su real naturaleza a la luz; pero ahora, ¿qué podía hacer? ¿buscar a otra persona para compartir su vida? ¿O quizá a otra víctima para quitarle la suya? Parecía que estaba por decidir...


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