Transportada a Otro Mundo:



Melanie era una chica pelirroja de ojos verdes y bonita sonrisa, con aquellos dientes blancos que irradiaban hasta la habitación más oscura. Era esbelta y le encantaba vestirse con vestidos de colores hasta las rodillas con medias de rayas y siempre llevaba colgados al cuello sus auriculares. Estos eran negros y le habían costado muy caros, eran los mejores que había en el mercado, ya que, a ella le encantaba escuchar la mejor música con el mejor sonido, era algo imprescindible. Ella era capaz de pasarse la mañana entera tirada en la cama de su cuarto escuchando música sin parar y sin hacer nada más, solamente cerrar los ojos, escuchar y sentir la vibración y la potencia de la música. Solía escuchar grupos como Nirvana, NIN, Guns N' Roses, etc.

Una tarde se puso los auriculares acostada en la cama y cerró los ojos. Estaba tan cansada que pensó que se había dormido, ya que, lo que pasó parecía un sueño. Empezó a escuchar cada nota, cada toque de guitarra, cada profunda voz, con una intensidad inimaginable... Abrió los ojos para ver qué sucedía y se encontró en una habitación iluminada con la canción "Smells like Teen Spirit" sonando de fondo y un montón de notas musicales danzando a su alrededor. No sabía si reírse o llorar porque no sabía lo que estaba pasando, ella estaba en su habitación pero no sabía cómo había llegado allí, así que, abrió la blanca puerta que había justo enfrente de ella y lo que vio la dejó perpleja: había un bosque increíblemente frondoso, lleno de árboles enormes, animales danzando por todas partes, se lograba ver un pequeño puente a lo lejos y a unos tres metros a la derecha una bonita cascada con agua cristalina. Poco a poco salió de la habitación donde se encontraba, no era tan inocente como para no mirar bien a su alrededor y ver lo que pasaba. 

Llegó a la cascada cristalina, tocó el agus y estaba fría, tenía una frescura mucho mejor que su perfume de rosas posado en su mesita de noche, nunca salía sin ponerse unas gotas. De repente, oyó un ruido, como algo moviéndose entre los árboles; decidió no moverse. El sonido paró pero, al instante, lo volvió a oír, así que, se giró rápidamente y se acercó a los árboles de los que provenía tal sonido, poco a poco. 

- Buenos días, usted debe ser la chica que está escuchando esta basura de música - dijo alguien a su lado con voz grave, despectiva y con un tono de enfado -.

Melanie no había visto nunca a un enano. Era menudo, ojos grandes y azules, pelo blanco con una larga barba, vestía con una armadura plateada con un casco del mismo material y llevaba una lanza en la mano; hacía cara de pocos amigos, dado su entrecejo fruncido.

- Hola... emmm, ¿y tu quién eres? - le preguntó algo extrañada, parecía que aquel sitio estaba desierto, aunque la música seguía sonando -.

- ¡Un poquito de respeto, señorita! - le espetó el valiente enano - Mi nombre es Hernomus, pertenezco al pueblo Ciudad de Hierro.

- ¿Y me podrías decir qué hago aquí? No sé cómo he llegado, la verdad - le dijo algo contrariada. Le pareció que Hernomus era un enano sabio y bastante viejo, tanto por su color de pelo, como por su forma de hablar -.

- Los jóvenes siempre tan confusos... - la cogió de la mano y la arrastró para que le siguiera -.

Pasaron el puente que ella había visto anteriormente desde la habitación en la que había aparecido, siguieron hacia delante y Melanie se preguntó si todos los enanos serían igual de cascarrabias que Hernomus. Todas las cuestiones se le fueron de la cabeza, cuando se vio subida en las rocas de una montaña donde podía ver una ciudad repleta de gente pequeña. Estaba repleta de casas y parecía que estuvieran en fiestas, ya que, habían un montón de luces alrededor de ellas y por las largas calles.

- Esta, es mi ciudad, la Ciudad de Hierro - le indicó con el dedo Hernomus, orgulloso de pertenecer a ella - Aquí es el lugar dónde nací y crecí, y el lugar donde moriré.

- Pero, ¿todo esto está en mi mente? - le preguntó la muchacha aún asombrada por todo aquello tan curioso y fantástico - Aun no acabo de entenderlo.

- Usted está aquí por la música, ésta la transporta a este lugar, a mi ciudad - le explicó el enano con más seriedad y concentrado en cada palabra que empleaba - La música es algo muy importante para los seres místicos que habitan los diferentes lugares de cada pedazo del Planeta Tierra, como ustedes la llaman; estamos a vuestro alrededor, no os dais cuenta, somos como invisibles para vuestros ojos humanos pero, cuando tenéis un contacto profundo con la música, ella os permite abrir vuestra mente y transportaros a cualquier lugar místico y fantástico en el que a ustedes les gustaría estar - le sonrió volviendo a mirar hacia su ciudad - Una vez, hubo una masacre aquí. Los elfos nos lo arrebataron todo, no sabíamos cómo recuperarnos, hasta que por fin, tuvimos una esperanza.

- ¿Qué esperanza? - le preguntó Melanie ansiosa por continuar escuchando la historia -.

- Los humanos - le sonrió - Sois una especie muy curiosa, aunque violenta y a veces inútil.

- ¡Eso no es verdad! - le espetó la joven, estaba cansada de seguir escuchando sus insultos, pero no pensaba que aquel hombre menudo cediera y dejara su cabezonería atrás -.

- Es verdad, aunque los humanos nos ayudasteis a encontrar una conexión mística con la música y poder contribuir en nuestra ciudad con vuestra ayuda.

- ¿Contribuir? ¿Han venido otros como yo a ayudar? - aquello le pareció tan noble que no se podía creer que la gente fuera tan buena si siempre había conocido a gente cruel -.

- Exactamente, hay jóvenes como tú que vieron nuestra situación a través de contactos profundos con la música. Cada día venían aquí para ayudarnos a reconstruir la ciudad. Simplemente, escuchaban la música y se centraban en este lugar, así que, aparecían en esa puerta de donde tu has salido hace un par de horas - para el enano, aquello tenía todo el sentido del mundo, pero se encontró con la cara de extrañeza de Melanie - ¿Qué ocurre?

- ¿Yo he deseado venir aquí? Si no sabía que este lugar existía... - le preguntó asombrada, todo aquello era abrumador - ¿Y llevo fuera dos horas? Mi madre estará como loca por que baje a ayudarla a hacer el pastel de chocolate - Melanie hizo ademán de irse, volviéndose hacia donde estaba el puente, pero Hernomus la agarró e hizo que se diera la vuelta -.

- En la Tierra solo ha estado fuera diez minutos, así que, no se preocupe - le dijo el enano soltándole el brazo - Deseaba usted venir aquí porque ya había venido antes, cuando tenía tres años. Su madre le contó un cuento sobre enanos y usted se imaginó este, se quedó dormida escuchando música y apareció aquí.

- ¿Me lo imaginé y existe exactamente igual? - ahora Melanie tenía los ojos como platos, aquello era demasiado abrumador como para ser verdad -.

- Bueno, la verdad, es que usted fue la que creó esta ciudad. La imaginación de una niña de tres años llamada Melanie creó un mundo místico en el que existían enanos y la maravillosa Ciudad de Hierro - le sonrió con orgullo y con lágrimas en los ojos, parecía un hombre muy patriota - Después de crearlo, al cabo de unos cinco años de vivir gustosamente, vinieron los elfos y nos desterraron destruyendo nuestra ciudad y teniendo que irnos a vivir en una ciudad más al norte, cerca de los gigantes, siempre teniendo temblores ininterrumpidos - dijo bastante enfadado - Finalmente, vinieron humanos para ayudarnos mediante contactos profundos con la música.

- Entonces, ¿soy la fundadora de este lugar? - le preguntó asombrada -.

- Se podría decir así, siempre hemos esperado su llegada - bajó la mirada porque estaba rojo como un tomate al reconocer la esperada llegada de la fundadora de su ciudad - Crecí leyendo historias sobre usted y ahora, me gustaría presentarle a mi Rey: Kimmler.

Aquella aventura será algo que jamás olvidará y, respecto a la pregunta de si todos los enanos de aquella pequeña ciudad eran igual de cascarrabias que él, la respuesta es no; eran agradables, borrachines, cerveceros, se peleaban a menudo y les encantaba comer, todos tenían unas grandes barrigas. 

Melanie decidió contribuir también a aquella ciudad y contactar más profundamente con la música para transportarse a la Ciudad de Hierro. Aprendió que era verdad lo que ella creía, la música te suele transportar a lugares inimaginables y maravillosos y abrirte la mente hasta tal punto que eres capaz de profundizar mucho más las cosas que te ocurren en la vida; además, encontrarte con sorpresas, como ser la fundadora con tres años de una pequeña ciudad mística y maravillosa que jamás pensó que existiría.

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