Los Pensadores:






Clarck estaba sentado en la arena de la playa mirando cómo salía el sol detrás de las montañas, todo estaba en silencio en su cabeza, era el único momento en el que podía relajar la mente, ya que, el resto del día tenía los pensamientos de las demás personas dentro de la suya pululando y no le dejaban concentrarse en nada más; a veces, pensaba que estaba al borde de la locura pero, como le ocurría desde que tenía unos cinco años, ya se había acostumbrado a aquello, aunque no podía estar en una habitación grande abarrotada de gente, solamente podía estar con dos o tres personas, evitaba las fiestas, ir a bares, conciertos o cualquier otra cosa que implicara que la gente pensara demasiado en un mismo lugar, resultaba ser estresante de verdad.


Llevaba días sin dormir, así que, aprovechaba para ir allí y estar en silencio, hasta que la mañana se abría paso a sus ojos y empezaba un nuevo día lleno de cosas por hacer y mentes que leer, aunque no le gustaba especialmente. Volvió a casa para desayunar, su madre volvía a estar preocupada por no verlo acostado en la cama:

- ¿Has vuelto a ir a la playa a las cinco de la mañana? - le dijo a su hijo con cara de pocos amigos - "Parece que esté en otro sitio, siempre pensando en sus cosas y yo aquí preocupándome por todos y de las cosas de ellos" - pensó su madre para sí, pero Clarck lo oyó muy claro en su mente, ya era costumbre -.

- Lo siento, sé que te preocupas mucho por la familia, pero me gusta salir por las mañanas para refrescarme y abrir un poco la mente - le dijo poniéndole la mano en el hombre en señal tranquilizadora. Ella se sorprendió, ya que, eso era justo lo que había pensado hacía un momento - Disculpa, de verdad, no quería que te preocuparas - le dio un beso en la mejilla, cogió un croissant y salió para ir a clase rápidamente -.

En el instituto tuvo dificultad para concentrarse y salía al baño constantemente para intentar engañar a la mente y que no se le hiciera tan duro pero resultaba ser más complicado de lo que pensaba, el auto control no había sido suficiente. Salió a la calle para respirar y se encontró con el panorama de que todas las personas del parque de enfrente estaban pensando: una mujer de unos treinta y seis años llevando a su hijo en brazos pensando que quizá no llegarían a final de mes y que tendrían que pedir un préstamo para subsistir, vio el terror en sus ojos; el joven de unos veinte años sentado en el banco un poco más allá donde estaba Clarck de pie, pensaba que quizá no habría aprobado el examen de Bilogía Marina; una mujer mayor que estaba sentada en un banco muy cerca de él pensaba que sus hijos estaban sin blanca y que quería ayudarles pero que cobraba poca pensión; y lo que Clarck pensaba es que todo aquello era demasiado, no podía aguantarlo. Volvió a clase para recoger la mochila con todas las cosas y se excusó con la profesora con dificultad, ya que, los pensamientos de sus compañeros eran abrumadores, salió de allí a toda prisa.

Volvió donde había ido a aquella mañana, a la playa pero, a un lugar apartado junto a las rocas más cercanas para ver el choque de las olas contra éstas, era emocionante y sin ningún otro ruido ensordecedor de fondo. A las once de la mañana, el sol estaba deslumbrante y su calidez le daba en su fina cara, sus ojos verdes cerrados y su pelo castaño y algo largo que ondeaba al son del viento, allí se sentía seguro. De repente, le interrumpió un hombre mayor con el pelo blanco, ojos negros y algo cansados, bastantes arrugas en su cara y delgado, con ropa algo vieja y una bata por encima, parecía que tuviera frío. Aquel hombre mayor se sentó a su lado y le sonrió:

- Hola Eldrien, hace muchos años que no te veo, has crecido mucho - lo primero que pensó Clarck fue que ese hombre no se encontraba muy bien de la cabeza o que sufría algún tipo de trastorno. Iba a levantarse pero, el hombre de pelo blanco hizo que se tranquilizara poniéndole una mano sobre el hombro - Creo que deberías oír la historia de tu verdadera família, aquella que espera en aquel maravilloso planeta gris - levantó la mirada hacia el cielo y continuó respondiendo a la mirada de soslayo del joven - Sé que no entiendes nada de esto, pero lo entenderás.

- Aún no me ha dicho su nombre... - dijo Clarck algo incómodo -.

- Me llamo Dermot, el Pensador de la Calma - le dedicó una sonrisa suave y tranquilizadora - Y tú eres Eldrien, el Pensador de Mentes. Vivimos en un planeta gris llamado Planeta de los Pensantes, allí está tu madre y tu hermana; están ansiosas por volver a verte.

- Verá, siento mucho lo que sea que le pase a usted, pero no sé de qué me está hablando y ha llegado el momento de irme a casa, mi madre me va a matar - cogió la mochila y Dermot le volvió a tocar el hombre transmitiéndole una vez más aquella extraña calma - No entiendo nada... - volvió a contestar el chico aterrorizado -.

- Tú eras muy pequeño cuando todo ocurrió, cuando los Siervos de Hierro quisieron colonizar el Planeta de los Pensantes. Tu padre era un soldado de guerra que luchaba contra los colonizadores que querían quitarnos aquello que era nuestro y tu madre es enfermera, una mujer muy buena y muy trabajadora que tuvo que curarle las heridas a tu padre cuando le alcanzó una bomba - bajó la mirada tristemente mientras continuaba con aquella historia - Tu padre falleció pero el pueblo estaba realmente orgulloso, ya que, gracias a los soldados de guerra que se presentaron para hacerles frente y luchar contra los Siervos de Hierro, dieron una gran victoria a todos los ciudadanos, aunque causó grandes pérdidas - volvió a levantar la cabeza para mirarle a los ojos - Te enviaron aquí para que estuvieras a salvo, tuvieron unos años bastante ajetreados con aquella guerra, pero ahora te esperan y tu madre me ha pedido que te traiga de vuelta.

- Mi madre me está esperando en casa haciendo la comida, no puede estar en dos sitios - iba a girarse cuando vio algo que no se le había ocurrido nunca que pudiera ver: Dermot había formado una bola circular con llamaradas violeta en la que dentro se movían personas. Él se lo explicó más detenidamente - Lo que estás viendo aquí dentro es a tu madre cuando te tuvo, unos meses antes de la guerra y cómo uno de los guardaespaldas de tu padre, Kalazar el Pensador de la Transportación, te trajo en la Tierra y te dejó con tus padres actuales, los que te adoptaron y te criaron como a su hijo propio - Clarck intentó coger la bola pero ella misma se transportaba hacia él levitando en el aire -.

Aquello parecía una completa locura, como si no hubiera tenido ya bastante con su problema de escuchar los pensamientos de todo el mundo. Pero aquello que salía en la bola parecía verdad, había visto fotos suyas de cuando era pequeño y era exactamente así pero no sabía si podía confiar en él o en aquello que le estaba contando:

- ¿Y cómo sé si lo que me dices es verdad? - le preguntó pensando que eso le dejaría desconcertado pero no fue así en absoluto -.

- Sé que lees las mentes de las personas y te estás volviendo loco, piensas que puedes controlarlo pero, la verdad, es que no puedes, tienes que aprender a hacerlo y en nuestro planeta hay gente especializada que desde pequeños nos enseñan a controlar nuestros poderes y a canalizarlos - le dijo con voz serena - Todos nacemos con ello y nos sirve muchísimo en nuestras vidas, por ello, los Siervos de Hierro quisieron arrasar con todos. Mi poder es calmar y tranquilizar a la persona que tengo al lado con solo tocarlas, el poder de Kalazar es transportarse al lugar que prefiera en el Universo y nunca se ha quejado - sonrió recordando aquellos tiempos - Tu madre tiene el poder de la sanación, por eso, es enfermera y tu padre era el Pensador del Fuego, sabía manipularlo tan bien que algún día podría haber aprendido a tirar bolas de fuego con los ojos - se rió a carcajadas pero Clarck lo miraba con los ojos como platos -.

- Usted no me conoce, ¿cómo puede saber todo eso? - le preguntó el joven con extrañeza-.

- Siempre fui amigo de tu família y, más especialmente, de tu padre. Yo fui el padrino cuando se casó con tu madre y estuve presente cuando naciste y los días que prosiguieron - siguió explicándole la historia de forma calmada - Tú crees que no te conozco pero lo hago, desde hace mucho y, cada vez que te miro, veo a tu padre.

Aquello empezó a tener sentido cuando a unos dos metros de donde se encontraban ellos apareció un hombre alto y fornido con el pelo largo hasta los hombros y de color castaño, unos ojos azules como el lapislázuli y vestía solo con unos pantalones cortos en forma de armadura y sin camiseta. Apareció de la nada, como si se hubiera abierto un portal y ese hombre viniera desde otra dimensión.

A aquel hombre le seguía una joven bellísima con una melena larga de color dorado y brillante como las estrellas en una noche oscura, unos ojos tan verdosos que iluminaban aquella parte de la playa solitaria, vestida con un largo vestido blanco, reluciente y extremadamente limpio, llevaba unas sandalias abiertas. Se acercaron a ellos y se presentaron:

- Kalazar, el Pensador de la Transportación - dijo con voz grave y profunda - Vengo de parte de Melania, quiere que te lleve conmigo - le dijo a Clarck. Aquello parecía una orden más que una petición - ¡Andando!

- Soy Ariel, Pensadora del Proceso de la Vida - le dijo a Clarck mirándolo con aquellos ojos verdosos e hipnotizantes, interrumpiendo por completo al guardaespaldas Kalazar poniéndole una mano en el pecho y recibiendo un resoplido de su parte - He venido para enseñarte tu pasado, el lugar de donde vienes - le sonrió extendiéndole las manos - Dame tus manos, te lo enseñaré.

Lo que Clarck vio a continuación fue algo muy profundo: estaba justo en el momento en que empezó todo, en el planeta gris, en el Planeta de los Pensantes. En una casa de madera, que se movía estrepitosamente a causa de las bombas; y en la habitación donde Melania, su madre biológica, lo estaba metiendo en la cuna cuando él era apenas un bebé. A continuación, se transportó a un momento en que Nortem, su padre, hablaba con Melania sobre la protección de su hijo:

- ¡No puedo apartarme de él! ¡Es nuestro hijo! - le decía Melania desesperada, parecía que no quería perderlo por nada del mundo, y estaba desgarrada de dolor -.

- Ya lo sé, pero tenemos que hacerlo, solo quiero que esté a salvo, es nuestro único hijo y no podemos tenerlo en estas condiciones - la abrazó pero ella no parecía sentirse mejor - Es una situación difícil pero, estoy seguro que en la Tierra lo criarán bien. Tendrá comida, amigos normales, vivirá en una casa bonita... le he dicho a Kalazar que se encargue de llevarlo. Dermot está ultimando los preparativos, ya han elegido a la familia.

- No puedo creer que esto esté pasando... - le dijo Melania a su marido, llorando a lágrima viva y sin poder contenerse, obteniendo el abrazo de Nortem -.

La próxima visión era la de la despedida. Kalazar cogió al bebé y lo sujetó bien en sus brazos para que no se hiciera daño durante la transportación; su madre le dio un beso en la frente mientras lloraba desconsolada y, su padre le abrazó diciendo: 

- Hasta pronto, mi pequeño... - le dio un beso en la frente y la verdad salió a la luz con lo que proseguía - Vas a pertenecer a la raza humana, así que, te llamarás Clarck, que significa Eldrien en nuestra lengua nativa - le abrazó fuertemente y lo depositó en los brazos de Kalazar - Por favor, tened cuidado - les dijo, y más especialmente a Dermot - Quiero que le sigas constantemente y nos informes de cómo está, quiero que estés allí en todo su crecimiento y que no le quites lo ojos de encima, confío en tí hermano.

Volvió a la playa solitaria y vio la bella mirada de Ariel. Cayó en la cuenta de que aquello era verdad y de que era curioso de que no les llegara ningún pensamiento de ninguno de ellos, que provenía del Planeta de los Pensantes donde todos nacían con habilidades especiales, que su padre había muerto en la guerra contra los Siervos de Hierro y él no había tenido ni idea hasta ahora, que las tres personas que estaban allí le habían protegido durante todo ese tiempo y que él no tenía ni idea.

Volvió a casa, después haber hecho un pacto con aquellos futuros compañeros de viaje. Abrió la puerta y, su madre acababa de hacer la comida, criticándole por haber llegado media hora tarde. En cualquier otro momento también le habría protestado, pero en aquel no, no era el momento. Comió sus suculentos macarrones y pasó toda la tarde con sus padres adoptivos y su hermano de ocho años, siempre fastidiándole las películas pero, aquella noche, no iba a protestar. Pasó una noche agradable con los sus seres queridos, aquellos que le habían cuidado después de tanto tiempo, que le habían dado todo y que ahora, tenía que abandonar.

Durante el día siguiente, estuvo ordenando su cuarto y preparó una mochila con todas las cosas que iba a necesitar, ya que, aquello iban a ser como unas vacaciones, no podía ignorar que sus padres adoptivos le habían criado, así que, iría y vendría, siempre que estuviera Kalazar, ese era el trato. Si surgiera el problema de que Kalazar tuviera algún tipo de percance, se pasaría la tarea a su hermano Ezeniel, que había nacido con los mismos poderes de transportación que su hermano mayor, ya que, eran gemelos. 

Cayó la noche y se percató de que ya eran casi las diez y tenía que irse. Antes de cenar les abrazó varias veces para llevárselos consigo de alguna manera emocional. Al llegar a la playa, allí estaban Dermot, Kalazar y Ariel esperándole con el viento rozándoles la cara:

- Llegas tarde - le soltó Kalazar nada más llegar - ¿Ha pasado algo?

- No. Solo que tenía que esperar a que mis padres se acostaran para poder salir, les he tenido que dejar una nota en la nevera, así que, me he retrasado - les dijo algo asustado por aquel hombre fornido -.

Por fin, emprendió su viaje dejando atrás aquella casa en la que se había criado durante tanto tiempo y a la que había pertenecido siempre. Dejó que sus padres adoptivos leyeran la carta en la que decía que había decidido irse un tiempo a Alemania, ya que, unos amigos le habían invitado a ir durante un plazo de seis meses, que había sido algo inóspito e impulsivo, así que, lo habían hecho esa misma noche y que estarían en contacto. Nunca dejaría a aquella casa y a aquella familia por mucha otra familia que tuviera, ellos eran los que habían estado con él y siempre les consideraría sus padres.

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