Recuerdos:
Siempre he pensado que no hay nada más importante que los recuerdos, ya que, en ellos están todas aquellas personas que han formado parte de tu vida y se encuentran todas aquellas experiencias que has tenido, junto con situaciones buenas y malas y con las diferentes motivaciones que te han hecho llegar a ellas; lo mires por donde lo mires, los recuerdos son muy importantes, ya que, también forman parte de quién eres. Eso decía mi madre antes de tener un ataque neurótico, en el cual, empezaba a decir cosas sin sentido como que se había adentrado en un recuerdo y había podido cambiar una situación complicada en una solución viable para todos, parecía de locos.
Estoy en el tercer año de universidad y cada vez cuesta más adentrarse en la rutina, en nuevas experiencias de trabajo y en aprender idiomas, sobretodo cuando han terminado las vacaciones de verano y tu padre sigue repitiéndote que éste año tiene que ser mejor que el anterior, mientras tú asientes con la cabeza porque no tienes otra cosa mejor que decir, ya que, no hay manera de que adivine el futuro, solamente puedo intentar estudiar más que el anterior pero no asegurar que me irá el doble de mejor; a veces, yo también sueno como un verdadero neurótico, de tal palo tal astilla, ¿verdad? Suelo ir a la biblioteca después de clase y soñar en tener por fin una vida, deseando que vengan las vacaciones de Navidad, Semana Santa o verano para poder respirar un poco y tener a penas una vida social en condiciones, ya que, no puedes dedicarte solamente a estudiar, estudiar y estudiar, necesitas también comer, es fundamental.
Después de mis dos clases de fotografía que había tenido a primera hora de la mañana y la sesión de biblioteca para repasar los posibles cabos sueltos durante el año, volví a mi casa recordando tener que ayudar a mi hermana pequeña de siete años a hacer sus deberes de matemáticas, ya que, nunca se le habían dado muy bien. Cuando cerré la puerta de casa, vi a mi padre sentado en la cocina firmando unos papeles del trabajo, ya que, había llegado a ser un importante Directivo de una renombrada empresa de Marketing.
- Llegas algo tarde - señaló, mirando el reloj que tenía en su muñeca, el que le había regalado mi madre antes de meterla en un psiquiátrico -.
- Sí, he tenido que ir a la biblioteca para terminar con unas cosas y coger unos libros sobre la creatividad cuando haces fotografías, parece interesante - le dije, dejando la mochila en el suelo cerca de la puerta y sentándome a cenar delante de mi hermana y al lado de mi padre - Lo siento.
- No pasa nada, aún puedes ayudar a tu hermana. Le quedan tres ejercicios que no sabe hacer, son los únicos en los que no he podido ayudarla - Lissy sonrió tímidamente, se ruborizaba con tan solo remarcar algo que no se le daba bien, en un futuro podría llegar a ser muy competitiva para que eso no le ocurriera -.
- De acuerdo, cuando terminemos de cenar la ayudo - ella seguía comiendo como si la conversación no fuera con ella y mi padre asintió algo serio, sabía que era porque se sentía solo desde que nuestra madre se fue -.
Mi padre se encargó de lavar los platos y recoger algunos juguetes que se había dejado Lissy por el suelo, mientras yo la ayudaba a que entendiera esos ejercicios que veía tan complicados pero que finalmente se convenció de que eran una tontería. La llevé a la cama y le leí el libro de "Los tres cerditos", le encantaba aunque se lo leyera cincuenta mil veces, no podía dejar de escucharlo y acababa completamente dormida, como ahora con aquella carita de angelito, su pelo rubio, liso y largo hasta los hombros posado sobre la cama como un palmito abierto, sus ojos azulados ahora cerrados mostrando una total calidez y relajación, sus labios relajados y pequeños cerrados para que no entraran mosquitos y su esbelto cuerpo recubierto por una manta de lo más calentita. Sabía que echaba de menos a mamá y quería que fuera ella la que le leyera esos cuentos tan divertidos, que la tapara cada noche y le cantara una nana, pero no era posible y me sentía algo triste por ello.
Cerré la puerta de su cuarto con cuidado para que no se despertara y me dirigí al mío para echarme en la cama y relajarme, empezaba a sentirme estresado cada vez que empezaba un nuevo año de universidad. Ésta era de lo más cómoda y me dejaba ver todos los pósters que tenía de Metallica, Iron Maiden, AC/DC, Trivium y otros, era increíble cuánto tiempo había pasado desde la primera vez que había escuchado la primera canción de todos ellos, me parecían verdaderos genios. Entonces, empecé a recordar aquella noche en la que estuve en el concierto de Metallica con James Hetfield cantando con su potente e increíble voz, Kirk Hammet tocando la guitarra con aquel profundo sonido que daba una melodía infinita e imposible de apagar, con Lars Ulrich dándolo todo en la batería y el bajista llamado Robert Trujillo; fue un gran concierto, un gran momento y un recuerdo muy especial, situado en mi adolescencia y exactamente cuando tenía diecisiete años. De repente, me vi justo en ese concierto, viendo al grupo al que acababa de recordar; lo curioso era que en ese momento, tenía diecisiete años y estaba disfrutando de una música única y especial en el mundo, parecía que había retornado a ese recuerdo con tan solo pensarlo, era genial pero también algo espeluznante, de hecho, empezaba a pensar que mi madre no estaba loca mostrándome confuso, mirándome las manos y tocándome aquel cabello ahora más joven, estaba totalmente asombrado. La gente a mi alrededor saltaba y cantaba las canciones, exactamente igual que aquel día, exactamente como lo recordaba; cerré los ojos para intentar pensar en mi habitación para ver si podría volver allí o me quedaba atrapado en ese recuerdo, pero lo conseguí.
Mi habitación estaba como antes, yo seguía teniendo veinticinco años y llevaba el pijama puesto; fui al baño a verme la cara, para ver si seguía siendo el mismo de siempre: mi cabello castaño y algo largo estaba en el mismo lugar, suave gracias al suavizante que usaba cada mañana; mis ojos castaños seguían ahí, mirando aquel espejo algo sucio debido a la pasta de dientes que salía despedida de mi boca cada vez que me cepillaba aquellos dientes blanquecinos y bien cuidados; mis labios seguían siendo finos y mi cuerpo esbelto tenía puesto el pijama. Seguidamente, tuve náuseas y vomité en el lavadero, era como si hubiera estado viajando en un avión y me sintiera muy mareado, algo me decía que todo aquello había sido algo muy real. Esperaba que no volviera a ocurrir, el tema de vomitar no me daba mucha gracia, así que, me fui a dormir lo más rápido que pude, no quería seguir pensando en ello; por un lado, me había gustado el hecho de volver a mis recuerdos, pero por otro lado, era algo confuso, intrigante y un poco espeluznante, además tampoco sabía si había pasado realmente, prefería pensar que había sido un simple recuerdo muy realista. Cerré los ojos y dejé de pensar en ello para adentrarme en un sueño relajado y algo optimista.
A la mañana siguiente, el despertador tenía un sonido ensordecedor y hacía que mis tímpanos se quejaran, no podía soportar que me despertara un objeto tan molesto, debía ponerme algo de música que consiguiera despertarme pero más relajada. Cuando bajé a desayunar después de vestirme rápidamente y preparar mi mochila para las clases, Lissy estaba sentada justo en la misma silla que la noche anterior, justo delante de mí hablando de un recuerdo que había tenido esa misma mañana antes de bajar a desayunar, un sueño que parecía muy real y vívido, pero mi padre sonaba escéptico, incluso llegaría a pensar que mi hermana también iba a necesitar ir a un psicólogo.
- ¡Es verdad! Estaba mamá cogiéndome en brazos, en el parque cerca de casa de nuestra tía Helena - le decía, mientras mi padre le ponía el tazón de leche delante para que lo combinara con los cereales de maíz que tanto nos encantaban -.
- Te quedarías dormida y lo soñaste, es algo que suele pasar - seguía explicándole mi padre con voz condescendiente, quería que Lissy lo olvidara todo - Ahora desayuna o llegaremos tarde al cole, venga.
- ¿Habéis dormido bien? - les pregunté a ambos, mientras servía el café que había hecho mi padre antes en la cafetera. Hoy no me apetecía un vaso de leche con cereales, después de la presencia del vómito en todo el lavadero, lo dejé perdido y tendría que limpiarlo cuanto antes para que no hayan preguntas -.
El recuerdo de Lissy me hizo pensar, que tal vez lo que fuera que me pasó a mí anoche presenciando otra vez el concierto de Metallica fuera real y que también le pasó a mi hermana, tendría que hablar con ella para que me dijera de qué se trataba, estaba claro que mi padre no iba a escucharla, solo sigue su vida porque no tiene otra opción pero realmente se siente perdido sin mi madre. Las clases fueron muy interesantes, sobretodo la parte en la que el profesor nos mandó hacer varias fotografías de tema libre para ir viendo el estilo que tiene cada uno para mandarnos fotografías de otros temas y así poder maximizar nuestro potencial; seguidamente, fui al parque que hay justo en frente de la universidad para hacer algunas fotos que me gustaran para ir calentando y así más tarde poder ir en serio con el tema libre que nos había dicho el profesor. Pasé por el banco donde Marlena se sentaba cada día después de las clases y la primera vez que la besé y empezamos una relación supuestamente estable; era una joven con talento, especial y única que tuvo que irse a otro país obligada por sus padres, querían que se alejara de éste lugar como si de una peste que le perseguía se tratara. Mirando el banco empecé a recordar aquel momento, cuando estábamos sentados en él, cuando le acaricié la mejilla y lo rojizos que se volvieron sus pómulos, ahora estaba justo en el momento del beso, de hecho nos estábamos besando... volví a tener diecinueve años de repente y volvía a tener a Marlena entre mis brazos, por así decirlo; la calidez de aquel momento me hacía añorarla más y más y no podía apartarme de ella.
- Pareces algo nervioso - me dijo, mirándome extrañada, ya que, sabía que yo siempre había sido alguien más relajado. Pero no estaba nervioso por eso, sino porque volvía a tener un recuerdo real, había vuelto a viajar hasta toparme con otro de mis mejores momentos -.
- No, emm... estoy algo estresado por las clases, pero nada más importante - su mirada era tan cálida que hacía que olvidara que tenía veinticinco años y había viajado a un recuerdo tan especial como ese solo porque pensé en ella - Estoy bien.
- He pensado que podríamos ir a tomar un café, creo que nos vendría bien - sí, esa parte también la recordaba, quería tomarse un café porque no había dormido mucho, estaba nerviosa porque tenía una presentación muy importante en la empresa de su padre, ya que, era la principal heredera y quería que todos los socios pensaran que valía la pena cederles todo lo que tenían a alguien como Marlena - Es que anoche no pude dormir, por lo de la presentación y demás, estoy algo nerviosa.
Iba a cruzar la calle con ella, pero algo me sustrajo del recuerdo devolviéndome a la realidad, delante del banco en el que ahora Marlena no estaba. En lugar de eso, delante de mí estaba el conocido Robert Griffit, uno de los mejores fotógrafos y capullos que estudiaba conmigo, no hacía más que seguirme e incordiarme, era de lo más repelente y encima me había interrumpido un recuerdo de lo más... especial. Parecía que reviviera solamente los recuerdos que formaron realmente la persona que soy, es decir, los recuerdos realmente importantes para mí, pero... seguía confuso. Seguidamente, acabé vomitando detrás del banco, otro mareo...
- ¿Te encuentras mal, rubito? - me preguntó con aquella voz que siempre me pareció de gay, con aquel cabello pincho, los pendientes en cada oreja, las gafas hawkers que salían como ojos inyectados en colorines que hacían que fuera lo único que vieras de su cara y su estilo de vestir tan patético y denigrante, ¿quién se ponía unos pantalones elásticos dorados y una camiseta gris abierta andando por la calle? Por el amor de Dios, era lo que me faltaba - Debería darte una patada en el culo para que espabilaras.
- Déjame en paz, tengo mejores cosas que hacer - le dije incorporándome para conseguir irme por el otro lado del parque lejos de ese depravado mental, no quería mantener ningún tipo de conversación con semejante individuo -.
Durante el camino de vuelta a casa estuve pensando mucho en todos aquellos recuerdos importantes o especiales que hacían que volviera a ellos tan solo pensando. Mi madre hablaba de ello constantemente, pero parecía que sabía mucho más del tema, ya que, decía que era herencia de una raza muy poderosa que hicieron que ella tuviera ese poder, aunque yo no estaba seguro de toda aquella información y tuviera que ir a verla al psiquiátrico para confirmarlo y contarle lo que estaba pasando. Al llegar a casa, mi abuela estaba sentada en la cocina viendo la televisión y comiéndose una manzana, nada más me vio vino corriendo a rodearme con aquellos brazos ahora más débiles que cuando era un niño y me rodeaba con ellos con más fuerza y cariño.
- Te estaba esperando, hijo. Te he hecho unas frutas para que meriendes, creo que como estudias tanto deberías alimentarte bien - me sonrió y se sentó a mi lado, viendo cómo me comía las frutas - Veo que estás algo pensativo... ¿algo de las clases?
- Sí, emm... algo sobre unas fotografías, estoy pensando la mejor forma de sorprender a mi profesor de fotografía - le dije comiéndome la primera cucharada de fruta, la cual, contenía kiwi, manzana, plátano, etc, era algo parecido a la macedonia - Pero nada importante.
Cuando toqué su mano para tranquilizarla, vi un recuerdo suyo muy vívido, real e increíblemente impactante. Me había convertido en la madre de mi madre y en éste momento estaba rodeándola en mis brazos, hacía unos días que la había parido pero el cariño que sentía era tan pleno y me completaba de una manera tan fuerte que no podría explicarlo. Miraba fijamente aquellos ojillos pequeños y cerrados de aquella niña tan pequeña e inocente que había llegado al mundo hacía poco y que lo único que ansiaba era la ternura que la madre iba a proporcionarle durante los próximos años, también era un recuerdo especial pero no era mío, era de otra persona... ésto se estaba volviendo algo extraño y necesitaba ver a mi madre cuanto antes, quería una explicación sólida de todo ésto. De pronto, salí de él y vi a mi abuela mirándome estupefacta, no sabía por qué la estaba mirando tan fijamente, pero tenía que ocuparme del asunto del vómito, así que fui al baño y eché toda la fruta que me había comido antes de ver el recuerdo; estaba empezando a cabrearme y era realmente incómodo tener que vomitar después de ver todo aquello, pensaba concertar una cita con mi madre pero ahora prefiero presentarme allí en plan sorpresa aunque sé que mi padre no lo aprobaría, es algo que tengo que hacer, lo más seguro es que también le esté afectando a Lissy, ya que, tenía un mensaje suyo donde me decía que había vomitado dos veces y que se encontraba muy mal, debía parar ésto, así que, envié a mi abuela al colegio de mi hermana para que la recogiera mientras yo me dirigía al psiquiátrico donde mi madre seguía internada.
Llegué a aquel edificio tan bien construido y lo miré bien recordando aquel día tan difícil para nuestra familia en el que tuvimos que internar a nuestra madre en éste mismo lugar. Pero no podía creer que me estuviera volviendo a ocurrir, estaba justo delante del psiquiátrico con un par de años menos y con tristeza viendo a mi madre intentando escapar de aquellos enfermeros que la estaban obligando a entrar dentro. Mi padre estaba agarrándose la cabeza dentro del coche, ésto le provocaba una sensación horrible de pérdida y le daba dolor de cabeza, mi hermana lloraba tanto que la podían oír hasta los enfermos que había dentro, y yo era el único que tenía el semblante serio y al que le lloraba el corazón por ver a su madre irse sin poder hacer nada. Aquel recuerdo me estaba matando y lo único que quería era escapar de él y obtener una respuesta a todas las preguntas que cruzaban mi mente sobre aquellos recuerdos, tenía que saber toda la verdad, ya que, ahora sí creía a mi madre, sabía que lo que decía no eran disparates porque me estaba pasando exactamente lo mismo que le estaba pasando a ella antes de internarla. Conseguí volver pensando en el lugar en el que estaba antes del recuerdo, parecía que ese era el truco para no sentirte atrapado dentro de uno de ellos, así que, me dirigí hacia la puerta principal y vi a la recepcionista.
- Hola, necesito ver a Serine urgentemente - le dije algo sudoroso e incómodo - Soy su hijo, tengo que hablar con ella.
- Muy bien, voy a hablar con los que están haciendo guardia y ahora mismo le dejo pasar - la mujer no volvió hasta pasados veinte minutos, pero creía que valía la pena la espera - Ya puede pasar, ha sido usted muy paciente.
- Eso parece, gracias - le dije algo molesto, la poca profesionalidad parecía que abundaba en aquel lugar, no todos teníamos todo el tiempo del mundo para esperar a ver a alguien como ellos para pasearse por los pasillos y darles pastillas a los llamados locos que residían allí -.
Subí rápidamente las escaleras y llegué a la sala donde la encargada me dijo que se encontraba mi madre. Y allí estaba, sentada en una silla radiante, mirando la mesa que tenía delante sin ni siquiera moverse, parecía que estaba metida en sus pensamientos más profundos, ya que, ni se dio cuenta de que me había sentado justo en frente de ella.
- Mamá, ¿ésto haces en el llamado tiempo libre? - ella dejó aquella mirada perdida para levantarla hacia mí y sonreír, parecía que había deseado eso desde hacía algo más de un milenio - Me alegro de verte.
- Yo también, os echo mucho de menos - respondió con voz relajada y algo pausada, nunca recordaba que fuera una mujer sin nervios, sino todo lo contrario - Aquella joven decía que era urgente, ¿qué ocurre?
- Te creo, con lo que dijiste antes de que te internaran. Los recuerdos son importantes, fluyen y acaban dentro de nosotros haciéndonos quiénes somos; es algo que me decías cuando tenía unos ocho años, ahora entiendo por qué me lo dijiste - le expliqué, pensé que no lo entendería pero lo pilló al vuelo -.
- Los estás viviendo, ¿verdad? - yo asentí, no sabía qué más decir solo quería que me lo explicara - Han llegado las náuseas y has visto el recuerdo de otros en tus propias carnes, sabía que llegaría éste día...
- Pues hubiera sido un placer que me lo hubieras explicado, para empezar - la acusé, estaba ya bastante cabreado y estresado por lo que ocurría, incluidos los vómitos - Cada vez que tengo un recuerdo y salgo de él vomito, me ocurre en todas partes y está empezando a ser un incordio. Quiero que me cuentes todo lo que sepas sobre los recuerdos y lo que está pasando, porque a Lissy también le está afectando desde ésta mañana y temo que no pueda soportarlo. Se lo ha contado a papá, así que, no quiero que la lleve a un psicólogo ni nada parecido...
- Como te dije de niño, los recuerdos son los pilares de quiénes somos, han forjado nuestro carácter, han cambiado nuestra forma de hacer las cosas y han removido a muchas personas dentro de ellos. Todo ésto proviene de una tribu llamada Taurin, ellos tenían el poder de los recuerdos, el poder de vivirlos otra vez, de sentir en sus carnes los de otras personas - me explicó sonriendo, parecía que todo aquello le fascinaba claramente - Me enteré de que vivían en el Amazonas y que estaban siendo atacados por otras tribus, ya que, querían apoderarse de esos poderes y de sus tierras; al verme allí y contarles que tenía algunos recuerdos vívidos sin explicación, me dijeron que había nacido para portar los recuerdos tanto míos como de los demás y hacerles ver que eran realmente importantes, así decidieron que yo sería la portadora de ellos, junto los poderes del recuerdo de toda la tribu, ya que, sabían que no tenían ninguna posibilidad de sobrevivir al ataque de las otras tribus que querían esos poderes para ellos. Todos los miembros me los transmitieron a mí y yo a vosotros mediante el embarazo, no lo supe hasta que lo leí en un libro místico que encontré en la biblioteca de la ciudad - cuando terminó siguió mirándome fijamente para ver cómo me lo tomaba, pero mi cara seguía sin hacer un solo movimiento - Ahora mismo el poder está transformándose, por eso tienes vómitos cada vez que terminas de vivir un recuerdo. Has pasado de ver el tuyo propio a ver el de otra persona, más tarde podrás ver incluso el de los objetos, es decir, quiénes lo han cogido, cómo lo han hecho y dónde lo han llevado. Podrás tocar una pared y saber quién estuvo en esa habitación y qué se hizo en ella, es algo muy poderoso y tienes que saber canalizarlo.
- Bien, porque ahora mismo estoy alucinando con toda esta historia - le respondí después de escuchar todo lo que dijo, era de locos pero era curioso que supiera que todo eso era verdad, algo instintivo me lo decía - ¿Cómo los canalizo? Porque no paro de vomitar y me parece un estorbo enorme.
- Tienes que meditar y tener presente que el recuerdo no es el que te controla y atrapa, sino que tú eres quién le controlas a él - después me enseñó un montón de trucos para poder ir y volver en los recuerdos, cómo puedo meditar y cómo poder manejarlo de una forma más convincente y sin llamar la atención - Es algo con lo que tienes que vivir y creo que esa es la mejor manera de sobrellevarlo.
- ¿Y los vómitos cuándo terminarán? - le pregunté ansioso, realmente eso era lo que más me molestaba de todo el asuntillo surrealista - Esque es bastante incómodo.
- Lo sé, pero todo ha empezado a surgir hace solo unos días, así que, seguirás así hasta que pasen un par de semanas por lo menos. Para ello, necesitarás meditar; si no lo haces, no parará hasta de aquí un mes, así que, creo que te conviene la primera opción - se recostó en su silla y me miró fijamente, sabía que tenía una pregunta y que tenía miedo de preguntarla, me conocía demasiado bien como para disimular - ¿Qué es lo que no me preguntas? Espero tener la respuesta.
- ¿Y si no quiero seguir con ésto de los recuerdos? La verdad, es bastante difícil para mí volver a vivir algunos, tener completa conciencia de todo lo que hago todo el tiempo y de estar viéndolo cada vez que pienso en ello, como la primera vez que besé a Marlena o cuando te metimos en éste sitio de interna - le dije bastante preocupado, pero también molesto. Por un lado, quería que todo ello desapareciera de mi vida, pero por otro, lo veía útil y quería seguir siendo parte de ello -.
- Si te separas de ello, los recuerdos empezarán a controlarte y llegará un momento que te tragarán en uno de ellos. De hecho, el recuerdo que más dolor te produzca, será el que mejor te traicione; éste poder es algo resbaladizo y, si nota tan solo por un segundo la simple duda de que quieres deshacerte de él, puede agarrarte y no soltarte jamás - sus ojos desorbitados me dejaron completamente claro que no podía alejar ese poder de mí, no podía simplemente quitármelo como me quito una camiseta, ahora formaba parte de mí y de mi vida -.
- Bueno, ahora tendré que explicárselo a Lissy también - le sonreí y durante una media hora más seguí contándole las novedades que me fueron aconteciendo en mi vida desde que la internaron, nos reímos tanto que no pensé ni recordé nada molesto, nada más veía sus ojos y su sonrisa como si la tuviera presente cada día, aunque no fuera cierto -.
Después de aquella gratificante visita a mi madre, todo parecía tener más sentido, sabía que ella tenía las respuestas a todas mis preguntas. Tenía que contárselo a Lissy para que no perdiera el control de los poderes, quizá podría pensar que no los quería y todo se volvería raro para ella, sobretodo porque algún mal recuerdo la atraparía y yo sabía cuál era exactamente: el momento en que internaron a mamá. Cuando llegué a casa rápidamente, iba a ir al cuarto de mi hermana pero mi padre me impidió el paso con semblante serio y pidiéndome que me sentara en la mesa, teníamos que hablar. A esas horas no me apetecía mucho tener que conversar con alguien que se pasaba las horas lamentándose y teniendo dificultades para dormir, seguro que iba a echarme la bronca.
- Sé que has ido a ver a tu madre, ¿por qué? - su seriedad era bastante presenciable. Se sentó justo a mi lado para mirarme bien los ojos, sabía en todo momento cuándo mentía, parecía James Bond -.
- Solo quería verla, hasta donde yo sé soy su hijo - le respondí, de momento no veía problema en aquella visita - Puedo ir a verla cuando quiera.
- Sí, pero entorpeces su recuperación y no podrá volver a casa - me dijo algo más cabreado mirándome fijamente a los ojos, con toda aquella profundidad que salía de los suyos - Además, fuiste sin obtener una cita previa; así que, fue para algo urgente, ¿verdad?
- Vale, no sé hacia dónde quieres ir a parar pero no me está gustando éste interrogatorio tuyo. Simplemente, fui a ver a mamá porque pasé cerca del parque donde solíamos jugar de pequeños y quise ir a verla cuánto antes, ¿sabes cuánto llevamos Lissy y yo sin verla? No creo que sea nada malo - le respondí levantando la voz, empezaba a estar cabreado y harto de escuchar sus tonterías -.
- Es contraproducente, eso es todo. A la próxima vez, quiero que me preguntes primero.
- No necesito tu permiso para ver a mi madre - le dije con firmeza, no iba a permitir que me controlara de aquel modo. Desde que mamá se fue se estaba volviendo manipulador, dictador y controlador nato, no había nadie que pudiera hacer que diera amor a sus seres queridos, solo quería que hiciéramos lo que él quería -.
Me levanté de la silla y fui al cuarto de Lissy, estaba acostada y se cogía la tripa. Según mi madre, al ser más pequeña sentía los recuerdos con mayor intensidad, los tenía mucho más presentes y solían vivir alrededor de ella. Así que, se lo conté todo mientras ella seguía fascinada y pensaba que era una súper heroína, era curioso, porque yo no me sentía así para nada. Juntos íbamos a superar ésto e íbamos a sacar a mi madre de aquel psiquiátrico que le hacía más mal que bien, la necesitábamos a nuestro lado y Lissy más que yo. A partir de aquí, íbamos a empezar una nueva vida llena de recuerdos especiales, inborrables y con unos poderes poco comunes.
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