Recuerdos entre Páginas:
Entré en aquella casa que tan bien recordaba, aunque con mayor luminosidad y orden. Algo había cambiado, el silencio mataba cualquier recuerdo que hubiera estado presente, dejaba entrever la tristeza que allí había permanecido durante tantos años. Desde que Jason y yo nos divorciamos, nada había sido lo mismo, incluso, se podía respirar lo que un día vivimos en esta casa, nuestro pequeño hogar al margen de todo y de cualquiera que pudiera interferir en nuestra felicidad. Ahora, tan solo se había convertido en polvo y memorias, en muebles maltrechos y sábanas por limpiar, ropa por todas partes y botellas de cerveza tiradas en la alfombra como si tal cosa, como si Jason no se hubiese ido, como si todavía se mantuviera allí, esperando a que me presentara, a que volviera a ver aquellos ojos negros posarse en cada parte de mí adivinando en qué estaba pensando.
Al asomarme a la cocina, pude recordar las recetas que compartimos, las risas, la harina por todas partes, las bromas pesadas cada mañana... todo volvía a mi mente, como un remolino que poco pensaba parar. El salón estaba algo más oscuro, las cortinas entristecían el entorno al ser tan oscuras pero, parecía que él prefería permanecer entre las sombras, dado el desorden que allí habitaba. Incansables recuerdos en la habitación, una pasión que no queríamos que terminase, unas miradas complacientes, unas sencillas palabras dándole significado a cada mañana, desnudos ante las adversidades. Se me ocurrió abrir los cajones de la mesilla de noche para ver qué había dejado atrás al morir y no esperaba lo que me encontré en uno de ellos. Al parecer, escribía un diario desde el día en el que firmó el divorcio, un millar de palabras con un significado doloroso, emocional... cosas que ni siquiera esperaba que él sintiera.
Me senté en la cama poco a poco, intentando interpretar lo que quería decir entre aquellas páginas con tanta sencillez, con una letra ondulada, llena de matices, trayéndome más recuerdos de sus notas cariñosas en la nevera. Era una libreta gruesa, la única cosa más cuidada de toda la casa, lo único ordenado en la habitación, dado el desorden de armario que tenía justo delante con ropa saliendo de él sin importar demasiado si se ensuciaba o no. Cuando vivíamos juntos, era yo quién ordenaba cada aspecto de su vida, sin prestar demasiada atención a su atormentada mente, desde luego, tenía muchas cosas que averiguar entre aquellas frases tan coherentes y llenas de sensibilidad que podía leer, nunca pensé que, al fin y al cabo, encontrase paz escribiendo, no solía ser su fuerte.
"Me gustaría decirle que lo siento. Debí ser mejor marido para ella, debí elogiarla, enpequeñecer mi egoísmo cada día que pasaba y encontrar la forma de hacerla feliz, al fin y al cabo, ella era lo más importante de mi vida, aunque nunca llegue a saberlo". Abrí los ojos de par en par, era la primera vez que podía ver su alma, cuando estábamos juntos no podía llegar a su corazón, no expresaba sus sentimientos y parecía indiferente a cualquier cosa que ocurriese entre ambos. Era curioso que supiera mucho más de él al morir que vivo, ni siquiera comentó nada en cuanto firmamos el divorcio, ni siquiera quiso compartir conmigo su sufrimiento, no quería expresarse, ni llegar a entender lo que había ocurrido, era como si fuera una tercera persona la que hablaba, como si no tuviera nada que ver con Jason. Desde que nos divorciamos, no volví a saber nada de él, pese a que le llamaba un par de veces al mes para saber cómo estaba...
"Hundido en la pésima oscuridad que me embriaga, una soledad obligada, con unas frases positivas para empezar la mañana que ni siquiera me creo, dando las gracias por estar vivo pero preguntándome si no sería mejor estar muerto". Empecé a pensar que, quizá, Jason estaba sufriendo depresión tras nuestra separación, de hecho, tuvo un choque emocional muy fuerte al irme de casa, incluso, al verme riendo en una cafetería con una de mis mejores amigas, fue como clavarle una espina en el corazón. Pero ni siquiera se acercó a saludar, recuerdo esa mañana y no le vi, así que, supongo que ese fue uno de los desencadenantes de que Jason se quedase en casa y se negase a salir, por ello, la oscuridad que había allí. "Quise acercarme para saludarla pero, no me atreví, quiero que sea más feliz de lo que no lo fue conmigo. Es mejor quedarme al margen".
Tras quince años juntos, algo se rompió, nada era lo mismo. Fue mi decisión el darnos un tiempo, el permanecer separados para dedicarnos un tiempo pero parecía que Jason no pudo superarlo. Llegué a la última página que escribió antes de morir, me hizo darme cuenta de muchas cosas y no esperaba lo que había ocurrido, la noticia empecé a asumirla de otra manera... "No puedo ayudarme, nadie puede hacerlo. Quiero terminar con este sufrimiento constante, con esta soledad que penetra en mí hasta hacerme sentir pequeño y sin importancia. Voy a terminar con todo esto, voy a desaparecer". ¿Podría concluir que Jason se suicidó y no fue un accidente? Escribió una anotación pequeña en la que decía que quería que fuese yo quién me quedase con su diario personal, que quería que leyese sus palabras y que concluyese yo misma si realmente merecía ser perdonado.
Las lágrimas salieron de mis ojos sin cesar, él había cambiado de verdad, quería que yo fuera feliz pero, el no decirlo fue lo que hizo que pagara ese precio. Esa oscuridad que permanecía con Jason, al igual que la soledad, hacía que se hundiera cada vez más en todo ese estado depresivo que no hacía más que enloquecerlo, para él, no había forma de seguir adelante, tuvo su propia manera de hacerlo, supo cómo seguir adelante al otro lado, sin sufrimiento, sin una mente atormentándole y con el corazón calmado, dejando atrás sus pensamientos más intensos para que pudiese leerlos, algo que llevaré conmigo el resto de mi vida...
Comentarios
Publicar un comentario