Reflejo:




Había muchas cosas que no tenía claras en mi vida, pero varias de ellas se convirtieron en preguntas importantes, las que me rondaban la cabeza con más frecuencia... ¿Por qué tuviste que ser tu quién se fuera de éste mundo cruel y falto de toda conciencia? ¿Por qué tuviste que ser tan descuidado cruzando la calle aquel miércoles por la tarde? ¿Por qué miraste el móvil en vez de mirar lo que tenías delante? La verdad es que esas eran muchas preguntas y las respuestas no las iba a responder con facilidad, ya que, él llevaba muerto un año pero era como si hubiera sucedido justo ayer; todos mis amigos intentaban que saliera y me divirtiera, que hiciera cosas distintas y que saliera de mi habitación de una vez por todas, en pocas palabras, querían que siguiera con mi vida y encontrara a otra persona pero no podía seguir todo sin más, sin ningún tipo de pena o desgracia pesando encima de todo mi ser, no podía simplemente dejarlo pasar aunque sabía de alguna forma que todo aquello acabaría pasando y dejaría de pensar en ello alguna vez. Alguna mañana cualquiera me levantaría con una sonrisa y viendo el mundo de manera distinta, alguna vez creería que hay un futuro detrás de esta pena incubada dentro de mí, tal vez algún día superara el desalentador momento en que moriste.

Aquella mañana no fue la mañana, seguía con dolores de cabeza, pesadillas e insomnio, así que, de ninguna de las maneras lo había superado. Eran las ocho de la mañana y parecía que no iba a poder dormir mucho más, parecía que iba ser el mismo día de siempre pero con diferente nombre, pero no sabía lo equivocada que estaba, era un día que no esperaría tener. Estaba sentada en la cama mirando la ventana, mirando cómo el agua de la lluvia corría por aquella con total despreocupación, tan solo quería ver lo preciosa que era, a diferencia de mi pelo castaño enmarañado, mis ojeras prominentes con ojos del mismo color, con unos labios apretados intentando no llorar debido a los recuerdos apesadumbrados de aquel fatídico día, aquellos dientes blancos que apenas mostraba a los demás y aquel cuerpo esbelto y cansado; estaba hecha un desastre. De repente, algo en el espejo de mi tocador irrumpió mis pensamientos, algo que estaba apareciendo allí como una pequeña masa. Me levanté de la cama poco a poco y me acerqué sin hacer ruido y la masa cada vez iba formando la cara de una persona, una persona que yo misma sabía quién era, era a quién había perdido hacía un año: Collin.

Mis ojos se abrieron de par en par, no sabía si por sorpresa o por puro pánico de que su cara estuviera saliendo del espejo que estaba en mi habitación. Había esperado tanto tiempo, tenía tantas ganas de verle otra vez y que volviera a estar conmigo que se me ocurrió que todo ésto podrían ser los efectos secundarios de los antidepresivos que me recetó el psiquiatra debido a la fuerte depresión que me produjo la muerte de mi pareja. Pero todo parecía tan real que no podía dejar de pensar que era cierto lo que estaba ocurriendo, así que, seguí mirando aquella cara que me miraba desde el espejo de mi tocador; era el mismo joven de pelo negro y algo largo, ojos castaños, labios carnosos y sonrisa alegre, así que, me aventuré a tocar el cristal del espejo pero no pude llegar a su cara tan fácilmente como yo me imaginaba, ya que, él estaba en un lado y yo en otro, que daba la casualidad que era aquel llamado realidad. Sonrió mostrando aquellos dientes blanquecinos que tanto recordaba de todos aquellos buenos tiempos y se aventuró a hablarme aunque supiera que yo no podía creerme lo que estaba ocurriendo.

- Te estarás preguntando qué es ésto - me dijo aún con aquella sonrisa dibujada en su rostro y moviendo los brazos para que viera qué había en el lugar paralelo que parecía haber en su parte del espejo. Yo asentí - Ésto es El Otro Lado, uno de los lugares más curiosos que he tenido el placer de ver, pero también uno de los más peligrosos. Me dijeron que éste era el Espejo Comunicador, así que, llevo como unos meses intentando llegar hasta aquí para poder comunicarme contigo otra vez. Estoy en una especie de casita de madera en un bosque recóndito situado en una montaña algo desierta, pero tengo que tener cuidado a la hora de encender las luces, ya que, algunas criaturas podrían descubrirme - miró a su alrededor con algo de terror en sus ojos, ¿todo eso era verdad? Seguía sin creerme nada -.

- ¿El Otro Lado? ¿Pero qué significa eso? ¡Has salido del espejo de mi habitación! - exclamé sintiéndome sorprendida y algo contrariada, todo ésto parecía ser el sueño que había estado esperando - No puede ser que salgas de un espejo diciéndome todo ésto y esperar que yo me crea tus palabras, simplemente no puedo creer que...

- Tranquila... por fin puedo volver a mirarte y sentir que eres la joven más maravillosa que tuve el placer de conocer en mis días en la Tierra. He hecho un viaje a pie desde el Mundo Infernal lleno de criaturas flatulentas y feas hasta La Montaña Desierta solo para llegar a este espejo estúpido que es el que han estado protegiendo durante mucho tiempo las criaturas oscuras - vio que yo seguía con la boca abierta incapaz de moverla o la cabeza en señal de aprobación, así que, se vio obligado a hacerme entender qué era todo aquello paso por paso, aunque no iba a ser fácil oírlo - Verás, cuando morí... fui transportado a este lugar llamado El Otro Lado, es un lugar lleno de vegetación y criaturas que han estado viviendo aquí durante siglos, es como los bosques que hay en la Tierra pero se diferencia en el aire, las criaturas, los bosques... es un lugar precioso y a la vez, peligroso, hay que tener mucho cuidado. Este mundo se clasifica en mundos, siempre que llegas a un pueblo, tiene el sobrenombre de mundo, ya que, es un lugar donde viven cierto tipo de criaturas que en otro no podrían vivir, cada uno tiene su vida, sus costumbres, sus tradiciones, su forma de matar gente... en fin, todo muy entretenido y para que estar muerto no sea aburrido. Aquí no hay coches, trenes, autobuses, carreteras, ni nada parecido, es más tranquilo en ese aspecto; vine caminando hasta esta montaña en la que antes vivían unos tipos muy feos y que custodiaban este espejo para que nadie pudiera comunicarse con ningún otro lado, pero tuve la gran esperanza de que funcionara - siguió sonriendo pero mis ojos seguían desorbitados, estaba sorprendida del todo, en estado de shock - Soy consciente de que ver a tu novio muerto en un espejo es algo sorprendente, pero ya puedes cerrar la boca y dejar que tus ojos vuelvan a la normalidad, empiezas a darme miedo.

Todo aquello era surrealista, pero me dio algo en lo que creer y algo por lo que mantener la esperanza. Collin se había instalado en aquella casita de madera para poder hablar conmigo día tras día hasta los últimos días de mi vida, por así decirlo, quería esperarme al otro lado, quería tener la esperanza de volver a acariciar mi cara otra vez; era como hablar con alguien por Skype. Era entretenido, de hecho, cuando me peinaba para ir a clase, él aparecía en el espejo para ver cómo lo hacía y recordarme lo preciosa que estaba siempre. Intentaba no pensar en que él estaba en el otro lado del espejo, en el mundo paralelo de los muertos y que no podría tocarle hasta que yo muriera, es decir, cuando tuviera unos ochenta o noventa años, no creía que quisiera tocar las partes que tendría hechas una pasa con lo joven que era él, intentaba no pensar que quería irme a aquel lugar a pasarme el resto de mi muerte con él, incluso con el nuevo inquilino algo rarito que tenía en aquella casita algo destartalada.

Pasaron los días y con ellos los años, de hecho, fueron unos cuatro años y yo estaba en el primer año de universidad cursando periodismo, siempre me había gustado informar de la realidad a otras personas, me gustaba que supieran lo que ocurría en otras partes del mundo, al igual que yo, quería convertirme en alguien profesional. Seguía hablando con Collin pero cada vez la distancia y la falta de tacto hacía más difícil la relación, e incluso, la edad, ya que, en ese momento yo tenía la misma edad que tenía él cuando ocurrió el accidente, nos llevábamos exactamente cuatro años. Le daba vueltas a las cosas, era como elegir el mundo real donde iba a ser alguien importante, iba a progresar e iba a tener todo cuánto quería en la vida o suicidarme y pasar el resto de mi muerte joven a su lado. Era una decisión difícil y ni siquiera se lo había comentado, sabía que no accedería a dejar a mi hermana pequeña y a mi madre soltera solas y desamparadas, le dolería mucho que yo muriera o me fuera de aquí, aunque pensándolo bien, éste tampoco es buen sitio donde vivir, es cruel, interesado, destructivo y poco consciente del daño que provoca en los demás. Así que, decidí hacerlo sin decírselo a nadie, sin decírselo a Collin ni siquiera; le di las buenas noches, esperé a que apagaran su pequeña bombilla al lado del espejo y le vi acostándose, fui a dejarle a mi madre y a mi hermana una nota de despedida y me dispuse a salir de mi casa. Hacía frío, pero el cielo parecía despejado; miré la hora y era justo la hora en la que murió Collin, quería hacerlo todo exactamente igual para que pudiera estar con él justo cuando ocurriera.

Esperé a que aquel coche gris se acercara más al lugar donde yo me encontraba y cuando vi que estaba apunto de llegar, me puse delante de él y me atropelló fatídicamente; ésto me provocó la muerte in situ, ya que, la persona que iba en el volante conducía muy deprisa y hubiera sido imposible frenar sin atropellarme. Primero llegó la oscuridad, ésta era tan profunda que parecía que iba a hundirme en ella, parecía que iba a tragarme hasta el mismísimo infierno, era como una fuerza que tenía un poder tan grande que parecía que me iba a partir en pedazos, pero lo único que me mantenía en aquel lugar oscuro era la viva imagen de Collin, la esperanza de volverle a ver. No iba a ser agradable, ya que, se iba a cabrear muchísimo cuando me viera aparecer por aquella casita de madera en la que se encontraba, pero sabía que luego agradecería que estuviera allí. No le gustaría que hubiera dejado todo lo que tenía en la Tierra para ser una muerta en una montaña apartada de cualquier mundo fantástico que hubiera allí, pero cuando él me contaba todas aquellas historias que había pasado aquí, no pude dejar de pensar que morir no sería tan malo como lo pintaban. Al cabo de lo que me pareció una eternidad, se abrió una puerta justo en frente de mí iluminándome el camino hacia un bosque lleno de flores con ojos, árboles con olor a fresa, casas de madera perfectamente talladas y construidas donde vivían pequeñas personitas que eran capaces de tener varias piernas, doce dedos u ojos en la espalda, todo aquello era increíble y me hacía sonreír, algo que no había hecho en años.

Durante el camino de unas cuatro horas, estuve comiendo una especie de golosinas con varios sabores, lo que en la Tierra se llaman ositos de chuchería, estaban incluso mucho más ricos. Dejé unos cuantos para Collin, pero lo que nunca imaginé fue que la casita de madera donde se alojaba con su compañero de cuarto ahora estuviera totalmente destruida y que dentro solo quedaran cenizas, que el espejo estuviera roto y que toda esperanza de volver a estar con él se hubiera desvanecido en el aire; había muerto para nada... había dejado a mi hermana y a mi madre para venir aquí y ver que me habían arrebatado a Collin otra vez. Era terriblemente injusto que ésto me volviera a suceder, pero dentro de la casa había cenizas de dos personas, así que, recordé lo que me dijo Collin cuando hablábamos sobre morir dos veces: "Primero mueres en la Tierra y te llevan a éste lugar medianamente hermoso, pero puedes volver a morir aquí y ya te vuelves cenizas, no puedes volver a tener un cuerpo como tal, no puedes volver a sentir, ni a comer, ni a tocar, quedas atrapado en un abismo de espiral del que nunca sales". Y ese ha sido el fatídico final del que no ha podido escapar, toda esperanza se había esfumado, estaba muerto de verdad. Así que, decidí retroceder a aquel mundo que había a unos kilómetros para averiguar qué era lo que había ocurrido aquí, quería saber quién les había matado o si las criaturas oscuras que tanto temía les habían pillado con la luz encendida y les habían calcinado.

El pueblo era pequeño y lleno de humanos, no tenían brazos, piernas u ojos de más, sino que eran más o menos como yo, lo cual, me alegró en gran medida porque así podrían ayudarme. Fui de casa en casa para comprobar si habían visto algo de lo que había sucedido en la montaña pero me dijeron que no, excepto uno, un niño de unos seis años había sido testigo de lo ocurrido con sus propios ojos.

- Habían muchos oscuros alrededor de la casa, les acorralaron porque querían evitar que el Espejo Comunicador fuera utilizado, no querían que los humanos supieran qué les esperaba después de la muerte; utilizar ese espejo es un delito - me dijo mirando mi cara de completa incredulidad, parecía que este niño insinuaba que Collin era un delincuente, menuda estupidez - Collin y la mascota estaban dentro intentando salir pero no podían, estaban completamente rodeados, intentamos ayudarles pero los oscuros nos apartaron de lo que estaba pasando poniendo vayas alrededor y diciendo que estaban parando a unos posibles delincuentes. No pudimos hacer nada más.

- ¿Me estás diciendo que los oscuros son como una especie de policías? - le pregunté todavía con la boca medio abierta, aquello era increíble. El joven asintió - ¿Por qué no les detuvieron?

- Así es como detienen a la gente, les calcinan y sus almas permanecen en un abismo, en una oscuridad infinita de la que no podrán escapar jamás - el niño hablaba como si todo aquello no fueran más que palabras, pero eran espinas que se clavaban en mi corazón produciéndome un dolor insoportable. Pensar que estaría allí completamente indefenso y en la completa oscuridad me torturaba profundamente - ¿Puedo ayudarla en algo más?

- ¿Conocías a Collin y a su mascota? - le pregunté, todavía con mis ojos empañados debido a las lágrimas -.

- Sí, Collin era muy divertido. Siempre jugaba con su mascota y se iba corriendo a una hora determinada para hablar con una tal Jess de la Tierra, le dije que no utilizara el espejo porque podrían hacerle daño pero no me hizo caso, me dijo que la quería demasiado como para dejar de verla o de hablar con ella.

Esto último me hizo sonreír tanto que incluso me hizo llorar. Me alejé de aquel pueblo llevándome la información conmigo de la localización de los seres oscuros que eran los policías de este lugar apartado. Quería una explicación y no quería excusas de ningún tipo, quería decirles cómo me sentía y todo lo que me habían arrebatado otra vez, aunque no sabía si esos seres tendrían un poquito de alma, aquello que necesitamos para no matarnos unos a otros como animales. No entendía cómo podían poner por ley que detener a alguien era calcinarlo y dejar allí tiradas sus cenizas; antes de irme a buscar a los policías busqué un cuenco y metí las cenizas de Collin para que siempre permanecieran conmigo pasara lo que pasase, eran parte de mí.

Después de un mes de trayecto bebiendo de cocos, comiendo frutos y avellanas, llegué a un gran edificio negro que estaba en medio de un valle en el que había algunos árboles y una puerta de entrada enorme para que pasaran las criaturas que necesitaran algún tipo de ayuda, aunque lo que yo necesitaba era una buena explicación. Me atendió un hombre con tres ojos, catorce dedos en cada mano y con tres pies, evité reírme mirándole la nariz que parecía ser lo más normal que tenía en todo su cuerpo.

- Quiero hablar con la persona que ha calcinado a dos personas en la casita de una montaña apartada. ¿Podría ser? - le pregunté seriamente -.

- ¿La casita donde estaba guardado el Espejo Comunicador? - me preguntó, moviendo esos mofletes enormes llenos de grasa. Yo asentí - Ahora mismo vienen a hablar con usted, puede esperar en esa sala de ahí, si a usted le parece.

Esperé unos diez minutos en aquella sala, era como la sala de interrogatorios de la policía en la Tierra. Entró un hombre alto, con dos cabezas, cuatro ojos y el resto parecía bastante normal, así que, debido al problema que me habían causado preferí no reírme ni mencionar absolutamente nada que tuviera que ver con su raza. Pero era desternillante, parecían aliens o algo parecido.

- ¿Qué deseaba, señorita? - me preguntó con una voz suave y relajada -.

- Verá, han calcinado a un joven llamado Collin y a su mascota en la montaña donde estaba guardado el Espejo Comunicador - él asintió pero en su cara no se veía ni rastro de remordimiento alguno - ¿Puede usted darme una explicación?

- Utilizar el Espejo Comunicador es un delito, señorita. No podemos dejar que nadie se comunique con la Tierra, no podemos permitir que los humanos sepan dónde van a ir después de la muerte, sería un desastre, e incluso, podría provocar el pánico que alguien viera la cara de un ser querido desde el otro lado del espejo - me dijo gesticulado con las manos para que yo lo entendiera mejor, pero lo único que conseguía es que me pusiera de los nervios, así que, intenté no mirarle las manos - Así es como detenemos a los delincuentes, les llevamos al abismo.

- ¿Un lugar oscuro donde sus almas no volverán jamás? ¿Se han vuelto locos? - le pregunté indignada. Pensaba que las personas de la Tierra eran increíblemente desalmadas pero las de El Otro Lado eran mucho peor -.

- Utilizar el Espejo Comunicador es un delito que se paga con su alma, señorita. El señor Collin sabía el riesgo que había, le dimos tres avisos y no cumplió ninguno de ellos, no pudimos hacer nada, así que, les calcinamos llevándolos al abismo. En la Tierra creo que lo llaman la cárcel - le avisaron tres veces pero él no me dijo nada, seguía hablando conmigo arriesgando su alma solo para verme y hablar conmigo durante unas horas. Se volvió un delincuente por... ¿mí? Nadie había hecho nada tan bonito por mí en la vida, no podía creerlo pero debía intentar hacer algo para sacarle de allí, lo que no sabía era que era imposible -.

- ¿Hay alguna posibilidad de poder sacarlo de allí? ¿Una especie de fianza o...?

- Cuando un cuerpo es calcinado, un alma ya no puede volver. Lo siento mucho, señorita; parece que usted le conocía pero nosotros no podemos hacer nada más, incumplió una ley y una orden directa de varios de nuestros compañeros prohibiéndole tajantemente utilizar el espejo, no hizo caso a ninguna de nuestras exigencias, así que, tuvimos la obligación de calcinarle - se levantó de la silla y me dio la espalda, estaba a punto de abrir la puerta y me vi en la obligación de vender mi alma -.

- ¿Podría llevarme con él? - le pregunté preocupada de que me dijera que no. Me había puesto delante de un coche para que me atropellara, morí, le busqué durante unos días, venía aquí a pedirles explicaciones a unos aliens y ahora quería vender mi alma, ¿en qué estaba pensando? -.

- No puedo hacer eso sin ningún motivo, lo siento.

Esa respuesta no era la que yo quería, así que, me apresuré para cogerle de las dos cabezas y estamparle contra la mesa que había en aquella habitación. Estuve dándole golpes durante un rato hasta que su sangre verde viscosa salió de una de las cabezas, parecía como si se desinflara un globo, así que, ese era un buen momento para reírme de él en sus narices.

- ¿Sabe qué le digo? En esta mierda de sitio solo hay aliens feos, gordos y con sangre parecida al moco de orco, y la verdad, me importa una mierda si su cabeza de desinfla como una pelota de fútbol, es usted patético al igual que el resto de todo ustedes, ¡me dan asco y quiero que me lleven con Collin de una vez por todas! - las caras de aquel ser oscuro estaban tan cabreadas que comprendí que había llegado el momento de vender mi alma, de dejarlo todo por estar con la persona con la que quería estar. Se puso enfrente de mi y empezó a absorberme con aquella boca enorme, nunca imaginé que pudiera ver toda aquella oscuridad dentro de una boca, ¿aquello era el abismo? -.

Mi alma estuvo vagando por la oscuridad varios días, intentando encontrar el alma de Collin, aquella que había querido encontrar desde que salió en el espejo de mi tocador. Habían tantas almas que era difícil encontrar lo que andabas buscando, había tanta gente a la que le habían quitado su cuerpo que era incapaz de creerlo. Al final de aquel túnel sin final vi a Collin y alrededor una especie de perro con cabeza humana, me deslicé por el aire de oscuridad hacia él y su cara de pocos amigos hizo que recordara lo tonta que había sido, siempre lo había sabido pero era gratificante haber hecho todo eso por una persona a la que amabas de verdad. Hizo lo que me suponía, incluso me abrazó pero tenía que aguantar su bronca.

- ¡¿Te has vuelto loca?! ¡No tenías que venir aquí, no vamos a ver la luz del sol nunca más! ¡No debiste morir! - sabía que en aquel momento querría llorar como nadie pero no podía, era un alma pero no quería decir que pudiera hacer todo lo que hacía un humano de carne y hueso - ¡¿Por qué no me lo dijiste?! No debí aparecer en el espejo...

- ¿Y por qué no me dijiste tú lo de los policías? Te avisaron tres veces y no les hiciste caso, preferiste ser calcinado antes que dejar de hablarme, no podías permanecer apartado de lo peligroso, ¡¿verdad?! - calló al instante, no tenía nada que decir a eso, por supuesto. Estábamos condenados a estar allí el resto de nuestra muerte, así que, ¿por qué no decirlo todo? - Mi vida en la Tierra se estaba volviendo insoportable, te apartaron de mí debido a que te atropellaron, caí en una fuerte depresión, estuve yendo al psiquiatra y tomando antidepresivos, no iba al instituto y no encontraba sentido a nada. No salí de todo aquello hasta que apareciste en el espejo de mi tocador, realmente me salvaste hablándome cada día pero lo que más me torturaba era no poder estar cerca de ti, no poder besarte, tocarte... era una tortura, así que, debía hacer algo y la única manera que había para conseguir estar contigo otra vez era morir de la misma forma en la que moriste tú, justo como me contaste. Todo ocurrió exactamente igual, incluso fui llevada al mismo lugar donde tu estuviste, caminé durante días y llegué a la casita de madera, ¿te imaginas cómo me sentí cuando la vi completamente destrozada y vi que estabas calcinado? Había esperado tanto para encontrarte que no iba a permitir que te echaran de mi lado otra vez, así que, tuve que ir donde estaban los seres oscuros para ver si te podían traer de vuelta, fue imposible, así que, tuve que provocar un incidente con el tipo de las dos cabezas para que me trajera justo a este momento, el momento que he esperado desde que moriste, justo en el lugar que quería estar.

Su alma abrazó la mía, aunque no podíamos sentir nuestros cuerpos ni nada de eso, ya no había tacto, ni siquiera sabíamos si era un abrazo cálido o incómodo. No sabíamos si nuestro primer beso después de cinco años de todo lo ocurrido era tierno, incómodo, simple o simplemente era otro de los mil que nos dimos cuando estábamos juntos, no había forma de saberlo. Lo importante para nosotros era la acción, era la ternura en la que se mostraban nuestras palabras, era la importancia de nuestras acciones en aquel lugar oscuro y recóndito de lo que antes conocíamos, era una situación distinta, un momento en el que era difícil habernos imaginado y era el momento que siempre habíamos esperado. Íbamos a vagar por aquel lugar infernal durante días, años, siglos, milenios... pero lo que realmente importaba era el alma que tenías a tu lado, el alma que complementaba la tuya y el alma que hacía que la tuya fuera cada vez a mejor, sanando cada día, volviéndose cada vez más cercana e iluminada por la suya.




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